Si el chaval no se despega de los mandos de la consola, prefiere quedarse matando dragones a salir con los amigos, se irrita cuando no puede jugar y sus notas han bajado, quizá tenga un problema que necesite atención y tratamiento. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS), tras diez años de estudio, va a declarar la adicción a los videojuegos como enfermedad mental.

Esto no significa, ni mucho menos, que todos los que juegan sean adictos, igual que no todos los que beben alcohol son alcohólicos, pero el anuncio de la OMS a finales de diciembre de la inclusión del trastorno por videojuegos en su próxima edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11) alerta de un problema que, a juicio de los expertos, afecta a entre un 2 % y un 3 % de los videojugadores.

Además, se trata sobre todo de niños y jóvenes de 10 a 25 años, que es el tramo de edad con mayor incidencia. Y es que, según el primer informe sobre Prevención Escolar en Adicciones Tecnológicas en la Comunidad Valenciana, elaborado por la Conselleria de Sanidad, los niños comienzan a utilizar el móvil a los 9,8 años de media y parte de su uso se destina a los videojuegos.

El informe de la Asociación Española de Videojuegos de 2016, asegura que en España hay unos 15 millones de videojugadores, alrededor de 1,5 millones en la Comunitat Valenciana grosso modo.

En su mayor parte no tienen problemas, pero al menos un 2% de ellos, más de 30.000 valencianos son adictos a los videojuegos, y necesitan tratamiento. Esto lo saben bien médicos y psicólogos que empiezan a ver en consultas y centros de tratamientos de adicciones la llegada de personas, sobre todo jóvenes, incapaces de controlar su pulsión por los videojuegos.

La OMS considera que el trastorno por videojuego tiene tres características básicas: el usuario no puede controlar el deseo de jugar ; le da cada vez más prioridad frente a otras actividades cotidianas o relaciones familiares y sociales, y continúa jugando a pesar de las consecuencias negativas evidentes.

La Asociación Americana de Psiquiatría, en su manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales en el año 2014, ya incluyó el trastorno por juego de apuesta entre las adicciones, lo que «supuso el reconocimiento de las denominadas conductas adictivas» en las que se incluye la adicción a los videojuegos, tal como ha señalado el psicólogo director de la Asociación contra la ludopatía Vida Libre, Antonio Castaños.

«Este concepto tradicionalmente reservado a las drogodependencias, actualiza una realidad evidente, constatada en diversos estudios y vivida por quienes nos dedicamos a la práctica terapéutica de sus afectados: la existencia de adicciones sin consumo de sustancia alguna, que se producirían a partir de determinados comportamientos, abriendo la posibilidad de reconocimiento para otras», indica Castaños, para añadir que la Asociación Estadounidense de Psiquiatría lo define como un «uso persistente y recurrente de videojuegos en Internet, muchas veces con otros jugadores, que provoca un deterioro o malestar clínicamente significativo. Sus repercusiones y síntomas son muy semejantes a los del trastorno por juego de apuesta».

Durante años ha habido entre los expertos diferencias sobre el potencial adictivo de los videojuegos, pero, -continúa Castaños-«comenzaron a acudir a nuestras consultas madres y padres de menores alarmados por las conductas de sus hijos» como horarios excesivos de uso, falta de motivación hacia otras actividades, discusiones con los padres por la negativa a dejar de jugar, irritabilidad cuando se le negaba, aislamiento, alteración de los horarios de sueño, empeoramiento del rendimiento académico o laboral...

«Efectivamente -indica el psicólogo- tras evaluar a los afectados pudimos constatar que sus síntomas eran muy similares a los del juego patológico y que, además, todos ellos compartían un tipo concreto de videojuegos, aquellos denominados multijugador-online, cuyo potencial adictivo se incrementaba por su disponibilidad, al jugarse vía internet, sus escenarios, imágenes y argumentos, cada vez más semejantes a la realidad y estimulantes, el compromiso de participación con el resto del equipo para competir contra otros y el uso incluso de dinero real para incrementar las opciones o incorporar ampliaciones frecuentes».

¿Y qué puede hacer el afectado o sus padres para ayudarle a superar este problema? Tanto la Sanidad pública como la privada lo abordan ya como cualquier otra adicción. Las unidades de prevención comunitarias realizan sobre todo una labor preventiva y de información sobre las adicciones a las nuevas tecnologías entre las que se incluye la adicción a los videojuegos. Las Unidades de Conductas Adictivas (Ucas), también se están encontrando cada vez con más personas que buscan ayuda para «desengancharse» del móvil y de los videojuegos. Desde las Ucas se reenvía a algunos adictos a los centros de día de Apoyo a Tratamiento de Conductas Adictivas dependientes de la Conselleria de Sanidad.

Francisco Juan, que gestiona los centros de Alicante, Alcoi y Dénia, confirma que «cada vez nos encontramos más casos de adictos a los videojuegos, padres que nos vienen y nos dicen: Mi hijo de 17 años se pasa el día jugando, ¿qué hago?

Como es imposible alejarlos de internet y de las nuevas tecnologías, trabajamos en el establecimiento de unas pautas para optar por un tipo de ocio alternativo, les ayudamos a establecer nuevas habilidades sociales... Se trata de educar en el uso responsable de las nuevas tecnologías y para eso hace falta apoyo de expertos.

Francisco Juan y Antonio Castaños coinciden en la importancia de la prevención y la información a las familias con charlas en los centros escolares incidiendo en los síntomas de alerta. Con todo, creen que no hay que demonizar los videojuegos sino el exceso.

Tal como ha indicado el psicólogo experto en adicciones valenciano David López Rodríguez «lo que define una adicción a los videojuegos es que la persona tiene necesidad de estar jugando una excesiva cantidad de tiempo, sin control y sin capacidad de limitarse» . A su juicio, más de dos horas diarias es excesivo. López no tiene dudas de la gravedad del problema. «En la consulta estamos viendo desde hace años que es una adicción bastante seria aunque en algunos ámbitos aún no se reconozca. Hay una línea muy fina entre lo que es una afición por los juegos y lo que es una adicción, pero existe y genera problemas de salud tanto físicos con dolores de cuello, de cabeza, etc. como psicológicos y sociales».

El objetivo de los expertos ante los adictos es reducir el tiempo de juego y reeducar en el uso responsable. «En las socioadicciones como adicción al sexo, a internet, o a los videojuegos, no se puede buscar la abstinencia como ante el alcohol o las drogas. Trabajamos la ansiedad y las respuestas de los afectados a los estímulos para que, por ejemplo, el que jugaba cinco horas al día juegue media y no lo pase mal».

Por su parte, la directora de Proyecto Hombre en Alicante, Consagración Jareño, confirma que «tenemos casos, sobre todo de jóvenes, que hacen un uso abusivo de las nuevas tecnologías y los padres se ven incapaces de poner límites. Ante esto intentamos mediar entre padres e hijos para que los padres puedan limitar los tiempos, evitar que el ordenador esté en el cuarto del joven, etc, pero a veces es difícil. Tuvimos un caso de un chico que incluso dejó de ir al instituto y la familia no sabía ya qué hacer. Es un problema que va a más»