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Pensionistas conectados a la red

Una brecha digital cada vez más estrecha

Cada vez son más los jubilados que se adentran en la tecnología - La lista de espera para el taller de informática de Monteolivete asciende ya a 45 personas

«Nos sentimos obligados a aprender a usar el ordenador, el móvil o la tablet. He visto gente acercarse a la máquina del metro para sacar un billete de viaje y retroceder sobre sus pasos porque no saben cómo utilizarla. Todavía existe gente de 85 años que no ha visto un ordenador en su vida. A nadie le gusta sentirse inútil», lamenta José Sanchis, presidente de la federación provincial de la Unión Democrática de Pensionistas (UDP).

La evolución de la tecnología y el cambio de modelo social ha desconectado a las personas mayores del mundo que, creían, tendrían a sus pies cuando llegasen a su jubilación.

«El mundo ha cambiado. Yo vengo de una época donde el país era casi tercermundista, no teníamos de nada, los niños éramos ignorantes y nuestros abuelos eran, para nosotros, una biblioteca andante», comenta Jose.

Pero ese mundo del que habla ha cambiado. Ahora los niños nacen con una tableta bajo el brazo y son los abuelos los que aprenden de sus nietos: «Cuando algo de mi móvil o del ordenador se estropea acudo a ellos para que me lo arreglen», explica Sanchis.

Ahora la tecnología impera hasta en las colas de registro y aquellos que no saben utilizarla quedan relegados, al menos, del funcionamiento administrativo.

Parecería irrelevante si no fuera porque esto implica no poder acceder a una subvención para su asociación o a la pensión de su jubilación. Todo esto ha provocado un creciente interés por la tecnología en las personas mayores y cada vez son más los que se animan en su aprendizaje a los más de 70 años. Así lo explica Salva Reyes. Él es técnico informático y, desde agosto, también profesor en los talleres impartidos en los centros de mayores de Castellar, Monteolivete, Reino de València y Nou Benicalap.

«Este año hay 45 personas en lista de espera para acceder al curso del centro de Monteolivete, pero en el de Reino de València ya ascienden a 69 y al año que viene serán 80. Es un crecimiento exponencial», explica Reyes.

Este fue el caso de Isabel Marco. Hace siete años que acudió al Ayuntamiento de València para solicitar su pensión como maestra pero, cuando llegó, su sorpresa fue mayúscula: «Me dijeron que tenía que sacar el documento a través de la máquina, del ordenador. Y yo no tenía ni idea ni de cómo encenderlo».

Fue el motivo que le impulsó a empezar a instruirse en las nuevas tecnologías: vivir sin trabas, «poder hacer las cosas normales que ahora forman parte del día a día».

Ahora, siete años y varios talleres de informática después, «lo del Whatsapp» ya lo tiene «dominado».

Margarita García acude junto a ella al curso en el centro municipal de actividades para personas mayores de Monteolivete guiado por el informático Salva Reyes, con el que comparten un grupo de Whatsapp para informarse de las últimas novedades del curso.

Ella, sin embargo, tiene menos experiencia en esto de las nuevas tecnologías. Empezó sus clases en octubre. Su nieta le regaló una tablet en agosto, pero la tecnología y ella «están reñidas». «Parece que haya nacido en la Edad Media», bromea. Fue a partir de entonces cuando se motivó para empezar a aprender, entender y apreciar el regalo de su nieta.

Ahora Margarita busca en Internet la programación de teatros y cines, se informa de las últimas noticias y manda mensajes a grupos de amigos y a familiares con su móvil táctil.

«Hablo con mis nietos, me entero de sus vidas. Puedo estar más cerca de ellos aunque no les vea cada día», agradece Isabel. Y es que, según Sanchis, esta aplicación de mensajería está permitiendo lidiar con el «mayor problema» de las personas mayores: la soledad.

«Les conecta con la sociedad, crean nuevos círculos de amistades. Muchos de ellos tienen nietos o hijos en el extranjero trabajando y utilizan videollamadas o Skype para poder verse. Están dejando atrás el mito de ser analfabetos digitales y el principal motivo es el de estar más cerca de sus seres queridos», comenta Salva Reyes.

Pero también por luchar por sus derechos. Hace menos de una semana 400 personas mayores se congregaron en la Plaza del Ayuntamiento para reclamar una subida de su pensión acorde con la del IPC. Y se unieron a través de Whatsapp.

«Los pensionistas llevan años congregándose para solicitar una subida de su pensión pero nunca había sido tan multitudinaria como la del lunes. De hecho, no creí hasta el final que pudiera dar el resultado que vimos. Fue gracias a Internet. Si no hubiese sido por Whatsapp no habría asistido tanta gente, ni por tiempo ni por dinero. El método tradicional hubiese sido enviar cartas por correo ordinario, pero nunca podríamos haber enviado tantísimos mensajes como lo hicimos, el coste no nos lo hubiera permitido. Además, las cartas pueden retrasarse y no ser leídas por su destinatario, pero con Internet se entera todo el mundo, tienen toda la información en su bolsillo», agradece Sanchis.

La inseguridad, su mayor barrera

«¿Y si lo rompo?». Es la cuestión más preguntada en las clases de Salva. Un miedo interiorizado por aquellos a los que continuamente se les critica y se mide sus acciones «como si fueran tontos», «como si fueras niños pequeños», lamenta Reyes. «Pero no lo son. Son personas con conocimiento, cabeza y sentimientos, que interiorizan lo que sus seres queridos les dicen», denuncia.

Salva asegura que, si a cada momento les gritan «cuidado con eso, puedes romperlo», van a provocar un sentimiento negativo en ellos. Este irá calando en su cabeza hasta desembocar en la inseguridad que les paralizará para seguir progresando en su aprendizaje o, simplemente, dar sus primeros pasos.

«Los jóvenes tenemos que tranquilizarnos. Porque cojan nuestro móvil no van a romperlo. No son inútiles y no hay que permitir que crean serlo», explica.

Tampoco las «habladurías de barrio» ayudan, comenta Salva. Cuando ellos acceden a una página web creen al instante que van a ser estafados, que les van a robar el dinero y también los datos. Surge un miedo excesivo y sin precedentes. «Si sabes utilizar Internet no vas a tener problemas de estafa. Es lo importante de estos cursos. Concienciarlos, quitarles de la mente mitos inciertos que van a complicar su integración en la sociedad», alerta.

Así, Salva aconseja a los futuros usuarios de la red adentrarse en el mundo de la tecnología comenzando por la tablet, después por el móvil, y por último, el ordenador.

«Hay que empezar desde el dispositivo que menos complejidad tenga al que más. La tableta sólo sirve para internet y aplicaciones, al móvil se le añaden la mensajería y las llamadas, pero el ordenador lo engloba todo», explica Reyes.

Además, Salva reconoce que enfrentarse al ordenador supone todo un reto para ellos. «Lo ven demasiado grande, aparatoso, y eso les intimida. Creen que tienen más posibilidades de fallar con él o de romperlo al tener un mayor número de teclas y controles», asegura.

Asimismo, reconoce que la composición de las pantallas web no ayuda a que se sientan más cómodos con la tecnología. «Están diseñadas por y para gente joven. No tienen en cuenta la intuición del sistema para que las personas mayores puedan navegar con facilidad. Tampoco el diseño es del todo efectivo: el tamaño de las letras no es lo suficientemente grande ni los colores lo suficientemente llamativos. Hemos de comprender que su visión no es como la nuestra, que cada vez son más las personas mayores que se introducen en el mundo web. Nuestro deber es hacer de Internet un lugar accesible para todo el mundo».

Uno de los principales escollos a salvar en el momento de interactuar con el ordenador reside en la dificultad que les plantea el uso del ratón. Según Reyes, les resulta complejo y desconcertante observar que al moverlo, una flecha se desplaza por la pantalla, siendo dos elementos independientes. Esta situación y la problemática por controlar los movimientos de ratón retrasan el aprendizaje.

En concreto, Salva Reyes asegura que hicieron falta cuatro jornadas de clase para que sus alumnos se familiarizasen con él. «Primero hicimos ejercicios de movimientos simples por la pantalla, después quise incrementar la dificultad y que practicaran con programas de dibujo, como el Paint, para que creasen figuras. Ahora son totalmente capaces de entender el funcionamiento del ratón», decía entusiasmado.

Tras esto, asegura, es preciso iniciarse en los programas de ofimática, como el Word o el Excel. «Lo mejor es promover su seguridad con el aparato. Que confíen, que sepan que si han tenido algún error pueden revertirlo con Control + Z. De esta forma aumenta su confianza y despejan los viejos mitos con los que llegaron al aula», comenta.

Solo tras alcanzar este nivel de confianza serán capaces de navegar por Internet sin que «ningún virus estropeé su ordenador o algún pirata de Internet entre en su cuenta para robar su dinero», bromea el informático.

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