El presidente de la Generalitat y el del Gobierno manifestaron ayer visiones alejadas sobre la realidad valenciana y española, pero expresadas desde el obligatorio tono leal del cargo institucional y con cierta complicidad personal.

Como cuando Mariano Rajoy pidió a Ximo Puig que haga todo lo que pueda en el PSOE por un acuerdo para una nueva financiación autonómica y apostilló: «Sé que lo va a hacer, porque lo conozco». Sonó a sincero, aunque siempre queda la duda con el líder del PP y su legendaria retranca gallega. Más en un acto tocado por el halo del esperpento después del retraso del AVE inaugural a Castelló, proyecto que ya llega con años de demora.

Fue la réplica a un discurso del jefe del Consell cargado de munición reivindicativa (la ausencia de cargos de los socios de gobierno de Compromís ya decía mucho) dentro de los cánones de la cortesía protocolaria. Dijo Puig a Rajoy que se necesita un gran acuerdo sobre infraestructuras estratégicas, pero que «el motor público está gripado», de manera que el coste de la no inversión en la Comunitat Valenciana es «medio punto de nuestro Producto Interior Bruto (PIB)».

Le recordó que «padecemos una infrafinanciación que nos obliga a gastar menos en servicios públicos fundamentales» y le invitó a «superar las visiones hegemónicas que van únicamente desde el centro hacia la periferia». No solo en infraestructuras, precisó, sino como concepción política y económica. «Es hora ya de superar la visión radial de España. Es hora de sustituir un centralismo que no responde a la realidad de España», le aclaró por si quedaban dudas sobre hegemonías.

Le pidió asimismo que «no se amplíe la lista de retrasos, cambios de proyecto y reprogramaciones que, durante lustros, han restado impulso a la construcción del Corredor Mediterráneo». Una referencia también a la demora del AVE a Castelló. Planificar desde el acuerdo, «huyendo del cortoplacismo, la improvisación o la arbitrariedad», fue otra reivindicación del jefe del Consell, que no dejó pasar que Castelló necesita un tren de cercanías «digno».

Reconoció el cambio de actitud en el Gobierno central con el ministro de Fomento Íñigo de la Serna, pero reclamó «pasar de las palabras a los hechos».

Y junto a inversiones e infraestructuras sacó a relucir el núcleo del llamado problema valenciano: la financiación autonómica. Es «urgente y necesario», dijo, que se cumpla el acuerdo de la conferencia de presidentes (tener un nuevo modelo en 2017, plazo ya vencido).

«Cada día que transcurre sin cumplir con lo acordado es una herida que amplía la desigualdad entre españoles en servicios tan fundamentales como la salud, la educación, los servicios sociales y la lucha contra el paro», aseveró en presencia de Rajoy.

Puig le ofreció la receta habitual: singularidad entre territorios e igualdad entre españoles. Y, sobre todo, instó al jefe del gobierno a recuperar «la senda de la lealtad institucional». Esta, sentenció, se sostiene solo con el cumplimiento de los acuerdos.

Rajoy se defiende

Rajoy se defendió cuando le tocó el turno en el atril. Sobre la infrainversión sostuvo que el Gobierno invierte en la Comunitat Valenciana, a pesar de los mensajes del Consell del Botànic. «Estamos impulsando el transporte de mercancías por ferrocarril, la mejora de carreteras y un plan de cercanías con una inversión de 1.436 millones de euros de aquí a 2025».

Y sobre la financiación autonómica, el inquilino de la Moncloa reiteró su discurso oficial desde hace semanas, que pasa por socializar una posible solución. «Represento a 137 diputados. Solos no vamos a aprobar un modelo de financiación. Es inexcusable un esfuerzo para un acuerdo entre PP y PSOE, por números y por sentido común». Y porque «todo el mundo tiene sus razones y sus argumentos», dijo.

No obstante, expresó una predisposición a la solución que en el Palau de la Generalitat interpretan como sincera. «Haré todo lo que esté en mis manos», aseveró. Fue aquí cuando deslizó el elogio a Puig, acompañando una petición, porque estas, como los viajes de tren, son de ida y vuelta. «Ya me gustaría que hubiera un acuerdo -señaló- y le pido que haga lo que esté en sus manos. Sé que lo va a hacer, porque lo conozco».

En Presidencia están convencidos de que a Rajoy le interesa ahora un acuerdo. El conflicto en Cataluña lo facilita, según el entorno de Puig, ya que un nuevo sistema de financiación de los territorios supondría una reafirmación del proyecto de España frente al desafió separatista.

No hubo mención explícita en el discurso de Rajoy sobre Cataluña, no obstante. Ni sobre el juicio a la rama valenciana de Gürtel o la corrupción.

Y defendió las inversiones en la red férrea valenciana de su ejecutivo. El AVE a Castelló es un nuevo hito del corredor mediterráneo, aseguró, «un proyecto de Estado y una prioridad política, económica y social de mi Gobierno. Conectará los principales nodos logísticos y centros de producción del litoral».

También tuvo sobre economía: «Hemos demostrado que el crecimiento, la creación de empleo y el Estado del bienestar son compatibles con la estabilidad presupuestaria, la reducción del déficit y la consolidación fiscal».