Vicente Monzonís, constructor y presidente de la Asociación de Empresarios de la Construcción de Castelló entre 1997 y 2005, reveló ayer, en declaraciones a este diario, la connivencia entre lo público y privado en ese período de apogeo de la burbuja inmobiliaria. A juicio de este constructor de Borriana, esta impúdica relación entre lo público y privado derivó en una trama político-empresarial que esquilmó las arcas más allá de la financiación de los partidos, «con comisiones y mordidas que, a veces, llegaban al 30% del proyecto», puntualizó.

Según Monzonís, no se trató de la práctica habitual de un determinado partido, sino que era la práctica habitual de un grupo de empresas, con independencia de quien estuviera al frente de los gobiernos. «Esta misma práctica no sólo se llevó con el PP, sino en administraciones locales con partidos de otro signo político», dijo. «Era algo habitual no sólo en Castelló, sino en toda la Comunitat Valenciana», añadió.

«Determinadas empresas eran las 'Evas' que ofrecían las manzanas para que mordieran, y eso conlleva una serie de complejidades que afectaba al ámbito político, empresarial y la administración correspondiente, es decir, a sus funcionarios que validan las decisiones políticas», explicó de manera gráfica.

Vicente Monzonís, ingeniero de Caminos, subrayó que, además de la comisión general del 3 %, en ocasiones se exigían 'mordidas' de hasta el 30 %, que el denominó como 'pizzas'. «Cuando había margen y se podía encajar una modificación del presupuesto, pues a esa modificación, que como máximo podía ser del 20 % por Ley Contratos del Estado, se aplicaba una comisión no del 3 sino del 30 %», remarcó. El empresario indicó que desconoce a dónde iba a parar ese dinero, pero puntualizó que, según comentarios que le hicieron otros empresarios, «era para beneficio propio de los que intervenían».

El constructor mantiene que se negó a participar en esa trama y recibió amenazas hasta el punto de asfixiar su negocio. «Nosotros nos dedicábamos más a la obra privada, pero eso no quitaba que pudieras proponer proyectos privados, pero no venía de la mano del 'corralito', pues era cuando se nos machacaba. En una de las reuniones, un director general me dijo literalmente que mi empresa y yo estábamos muertos», añadió.

Más allá de la referencia a ese director general, Monzonís dijo que no tuvo ningún contacto con político alguno. «Ni se me permitió ni se me buscó nunca, quizás porque conocían mi negativa, porque siempre dimos muestras de que nunca íbamos a entrar en ese terreno».

El empresario de Borriana dijo que nunca denunció esas prácticas por «falta de pruebas». Y aseguró que ahora, en pleno juicio por la trama valenciana del caso Gürtel, ha optado por desvelar esa denuncia simplemente porque le llamó un periodista. «Creo que esta situación que se está viviendo, o mejor dicho, se ha vivido en la Comunitat, en la que se ha perjudicado gravemente a la sociedad, tiene que cambiar». Insistió en que su acusación no va contra nadie en particular. «Hablo de una situación general y generada por empresas y partidos y por administraciones, sus técnicos funcionarios. Las propias empresas actuaban como si fuera un monopolio y marcaban las reglas», explicó el constructor.

Monzonís aseguró que nunca ha militado en ningún partido y que sigue con su negocio, pero en el extranjero porque aquí «se me cerró el mercado y, además, obligado por la crisis».