"Lucía, mi pediatra" proporcionó las claves del equilibrio perfecto y la educación más eficaz en el ámbito de la nutrición. "Algo estamos haciendo mal en España cuando el 44,5% de los niños entre 6 y 9 años tienen sobrepeso". Asegura que los hábitos alimentarios se adquieren desde muy pequeños, y por eso insiste en la educación desde edades muy tempranas; "lo que enseñes a tus pequeños marcará su forma de alimentarse de adultos. El paladar se educa".

La alimentación infantil es la parte de la crianza de nuestros hijos que más dudas plantea, pero en realidad "no es tan difícil como nos lo han vendido", afirma. Ahora bien, según Lucía Galán la inmensa mayoría de las veces llegamos tarde. Los primeros 1000 días (incluyendo los nueve meses de embarazo) son una ventana única de oportunidad para construir las bases de la salud adulta. "Nuestros hijos van a arrastrar el resto de sus vidas el impacto que va a generar en ellos la alimentación de esos 1000 días". Si la alimentación de esa primera etapa no es la correcta, puede desembocar en obesidad, riesgo cardiovascular, diabetes? advierte la pediatra.

Cada edad tiene sus necesidades nutricionales, y es fundamental hacer el cambio de ciclo de forma inteligente y ordenada, introduciendo nuevos alimentos, explica.

En ese sentido, la pediatra destaca la labor que realiza el Colegio CEU a través de su programa CEU Saludable, que busca promover la salud, bienestar, buenos hábitos alimentarios y la promoción del ejercicio físico, tanto de sus alumnos como de su propio personal, que buscan promover una vida más sana y equilibrada. Y añade que las "dietas de los coles son mejores que las de casa". Los niños que comen en el comedor escolar tienen menos riesgo de sobrepeso, señala, pero "no podemos poner toda la responsabilidad en el colegio porque allí sólo hacen una de las comidas".

La lactancia, la mejor alimentación

Lucía Galán es una firme defensora de la lactancia materna. La califica como "la mejor alimentación que puede tener el niño en sus primeros meses de vida. Los pediatras estamos de acuerdo".

Lo ideal, en su opinión, es no introducir la alimentación complementaria -"complementaria no quiere decir sustitutiva"- hasta los 6 meses. Hacerlo antes de los 4 meses, aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades autoinmunes y alergias alimentarias, según ha comentado. Tampoco se debe retrasar más de los 6-7 meses. "El objetivo es que a los 12 meses el bebé coma de todo".

Durante su taller, Lucía Galán ha roto muchos tópicos sobre la alimentación infantil, como que retrasar la ingesta de gluten disminuye el riesgo de desarrollar la enfermedad celiaca. "Tampoco la lactancia materna protege de esta enfermedad".

La conocida pediatra y bloguera se ha referido también a las alergias alimentarias que tanto miedo y ansiedad generan; "aunque nos asusten, no podemos retrasar la incorporación de determinados alimentos a la dieta de nuestros hijos".

¡Ojo con las proteínas!

Lucía Galán ha subrayado que es muy importante el control de las proteínas. "Ojo con ellas; sobrecargamos a nuestros hijos de muchas más proteínas de las que necesitan, y esto en un niño menor de dos años significa carga renal y más riesgo de desarrollar en el futuro diabetes, sobrepeso y riesgo cardiovascular". Ha recordado que, según un estudio reciente, el 96% de los bebés de 7 a 12 meses en España consume un exceso de proteínas.

La moda del BLW, Baby Led Weaning

También se ha referido al BLW (Baby Led Weaning), que está cogiendo fuerza en los últimos años. Es el inicio de la alimentación complementaria a los 6 meses en forma de alimentos enteros, en lugar de triturados, con el tamaño y forma adecuadas para que sea el propio bebé el que los coja con sus manos y se lo lleve a la boca en función de su apetito y preferencias

Entre sus beneficios, la pediatra ha citado: unos hábitos de alimentación más saludables, respetando las señales de su cuerpo como son el hambre y la saciedad; la promoción de la lactancia maternal; que el BLW promueve y estimula el desarrollo psicomotor del niño o que mejora la transición a la alimentación sólida. Pero, ha señalado, no todo son ventajas: Existe riesgo de que no se alcancen sus necesidades energéticas, que presenten desequilibrios nutricionales y el riesgo de atragantamiento.