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Jubilados en defensa del sistema de pensiones

Regreso a las barricadas a partir de los 65 años

Los jubilados reclaman en las calles «unas pensiones dignas» como cuando eran jóvenes y lucharon por un sistema que «ahora está en jaque»

Los pensionistas en la manifestación de València del 22 de febrero contra la subida del 0,25 % de las pensiones. germán caballero

La reivindicación y la protesta las llevan impresas en su ADN. Lo del conformismo no va con ellos. No son como sus padres, supervivientes de una cruenta guerra civil y una posguerra que dejó mermada una libertad cortada por el miedo y el silencio. Pero ellos no son así. Vivieron su juventud en plena Transición y se destrozaron las piernas «corriendo delante de los grises» para defender lo que creían justo y denunciar lo que no lo era. Ayudaron a crear el Estado de Bienestar y ahora gritan en la calle porque se desmorona ante sus ojos. Sus movimientos, ahora más lentos, les agudizan el ingenio y se suman a las nuevas tecnologías para convocar sus protestas por las redes sociales. Mucho más cómodo que antaño, donde se veían obligados a «forrar» la ciudad de carteles para que todo el mundo supiera el sitio y la hora de la concentración. Pelearon para poder descansar a los 65 años, tras una vida de trabajo. Pero su poder adquisitivo se debilita tras dos reformas estatales, en 2011 y 2013, y el futuro se aventura desolador porque a medio plazo perderán el 35% de la pensión. Eso dicen los expertos. Una pensión de la que ahora viven familias enteras. Así que, a los 65 años, regresan a las barricadas. Saben cómo hacerlo. El funcionamiento es el mismo que en los años 70 y 80. Solo cambian las arrugas de los protagonistas de las fotografías que los inmortalizan en cada una de las manifestaciones y protestas que realizan en la calle desde que el Gobierno llenó el vaso y anunció para 2018 una subida en las pensiones del 0,25%, frente al 1,2% de incremento del IPC. «Ya está bien», aseguran. Y anuncian una «marea pensionista» coordinada desde Madrid a través de la Coordinadora Estatal en Defensa del Sistema Público de Pensiones con delegaciones en cada comunidad autónoma. En la Comunitat Valenciana el movimiento se centraliza en dos entidades de «iaioflautas»: «Iaioflautas de València» y «Iaioflautes valencians». La primera manifestación tras el anuncio del ministro Montoro fue convocada el 22 de febrero y sorprendió a todos por su asistencia multitudinaria. La segunda fue el pasado jueves y se convocó por redes sociales de forma «espontánea» y sin un organizador determinado. Saben que la unión hace la fuerza. Por eso invitan a la sociedad entera. «Porque es un problema de todos y el sistema se rompe», alertan. El sistema por el que tanto lucharon.

Votar, sí. Y protestar, también

Ramón Perez tiene 67 años y es de los pensionistas más jóvenes que se manifiestan en la calle. Es portavoz de «Iaiofalutas València» y como se jubiló a los 63 años -tras casi 43 años de cotización- le descuentan al mes el 24 %. «Eso es un robo», denuncia. Ramón asegura que con 22 años ya salía a la calle a protestar. «Yo voté no a la Constitución española, no a la Constitución europea y no a la OTAN. Que mire Rajoy el artículo 50 - 'Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad'- y explique por qué no lo cumple. En aquella época estábamos todos más unidos y con las ideas más claras. Toda la sociedad del bienestar se ha conseguido en la calle. ¿Votar? Por supuesto, pero hay que salir a la calle porque los políticos tienen muchos intereses que defender y no son los nuestros. Rajoy piensa que tiene abuelitos que se quedan calentitos en casa, pero ha pinchado en duro», explica Ranón, que lamanta la escasa participación de los jóvenes en las manifestaciones. «Los que ahora tienen 35 y 40 años lo van a tener crudo y lo van a pagar caro», advierte.

Ramón afirma que los jubilados de hoy no tienen miedo, aunque reconoce que la Ley Mordaza «hace su función perfectamente» porque «hay cosas que se decían hace 10 años por las que hoy más de uno iría a la cárcel. Y hay compañeros que han sido multados, por no decir que te pueden caer hasta 30.000 euros de multa por ir a parar un desahucio. Es horroroso. Ahora la libertad de expresión, directamnete, no existe». Ramón, sindicalista de toda la vida, lamenta tener ahora que hablar «mal» de los sindicatos. «Me gustaría hablar bien, pero no puedo. Han firmado reformas lapidarias para el sistema y eso es imperdonable», les recrimina.

Luchadores con miedo

Isabel Ortiz tiene 74 años y es portavoz de «Iaioflautes valencians». En su juventud y en una España «donde no se podía protestar por nada porque eran los años 60 y 70» ella formaba parte del movimiento feminista con el que «me dejé las piernas corriendo delante de los grises, porque la policía cargaba sin mirar». Su vuelta a las barricadas llegó con el 15M y no piensa parar de protestar ante el «terrible retroceso en derechos sociales y bienestar» porque tiene muy claro «de dónde venimos y adónde no queremos volver». Isabel insta a los jóvenes a unirse a la protesta en defensa de las pensiones dignas, pero no les critica por no hacerlo. «Cuando a la juventud le interesa algo se moviliza, pero están ocupados y hay que entender la situación de cada uno», afirma.

Con la ley Mordaza, sin embargo, no es tan benevolente. «Cuando era joven nuestras acciones de protesta debían ser clandestinas pero es que ahora no nos podemos manifestar con la ley Mordaza. Por llevar una pancarta o gritarle a un autobús tenemos compañeros multados. Tenemos miedo, es cierto, pero somos luchadores», resalta.

A los «iaioflautas» de una y otra organización es fácil identificarles en cualquier protesta gracias a sus chalecos amarillos. Han estado presentes en las protestas feministas, la paralización de desahucios, la reivindicación por una financiación justa para la Comunitat Valenciana, la ayuda a la dependencia... Sin embargo, para defender el sistema de pensiones lo que más se ven son arrugas. Las que han aparecido en el rostro de los que antaño pegaban carteles con un cubo de cola y una escoba. Otros tiempos para la misma gente.

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