La huelga feminista del 8 de marzo, con las 26 diputadas de Podemos, Compromís y PSPV; la vicepresidenta, Mónica Oltra, y las conselleras Elena Cebrián, Carmen Montón, Gabriela Bravo y Maria José Salvador ausentes del hemiciclo, elevó tanto la tensión en el parlamento valenciano que la sesión de control al presidente, Ximo Puig, se convirtió en la más bronca de la actual legislatura.

Las continuas interrupciones provocadas por diputados del PP y la propia síndica, Isabel Bonig, a las intervenciones del presidente y del conseller de Hacienda, Vicent Soler, convirtieron ayer la cámara en un auténtico patio de colegio.

Las interferencias de los populares, siempre habituales, fueron ayer tantas y tan seguidas que miembros del Consell señalaban después en pasillos que la gresca continua ya no es una cuestión puntual sino una estrategia calculada que el PP pone en práctica para embarrar el debate.

«Es lamentable, qué vergüenza, esto es de república bananera», exclamó el conseller Soler mientras soltaba los papeles con fuerza encima de la mesa y se negaba a continuar su intervención.

«Hay una falta de educación sistémica del PP», increpaba el presidente de las Corts, Enric Morera, a los populares mientras trataba de reconducir la sesión. «Sentimos desde Ciudadanos una profunda vergüenza por la imagen que se está dando», abundó la síndica de este partido, Mari Carmen Sánchez, lo que provocó aplausos de diputados socialistas, de Compromís y de Podemos. Al síndic de Compromís, Fran Ferri, Bonig lo despidió al grito de «comunista».

Morera también está convencido de que las interrupciones continuas son una estrategia de desgaste de los populares y cree que es mejor no llamarles al orden (aunque desde el PSPV se lo exigían ayer con vehemencia) y mucho menos expulsar a ningún miembro del PP ni menos a la síndica porque sería darles alas. Por eso se limita a pedirles que dejen de interrumpir, aunque la mayoría de veces sin éxito. Mientras, los diputados del PP se quejan de que el presidente elude contestar a sus preguntas, aunque lo hace a los síndicos como ha sido habitual, también con presidentes populares en las sesiones de control.

Pero a la tensión habitual se sumó ayer la añadida por la huelga feminista que no secundaron las diputadas de PP y Ciudadanos y que monopolizó todo el debate.

Puig sacó pecho de que su Consell es el primero paritario de la democracia valenciana y defendió que la vicepresidenta y las conselleras se sumaron a la huelga por aquellas mujeres que no pueden hacerlo, calificó de insulto intolerable que cargos del PP hayan defendido mantener una huelga a la japonesa y reivindicó que Mavi Mestre se haya convertido en la primera decana de la Universitat de València en cinco siglos.

Bonig: «Feminismo no radical»

Mientras, la presidenta de los populares respondió que las dos únicas síndicas de las Corts, ella misma y la de Ciudadanos, lo son por su trabajo y vaticinó que ella será la primera mujer presidenta de la Generalitat. Incluso ofreció a Puig que deje paso a una mujer al frente de la candidatura socialista de 2019 si tanto defiende la igualdad.

Añadió que su feminismo no es radical y exigió a Puig que disuelva las Corts y adelante las elecciones porque su gobierno está agotado y paralizado. «Es usted un desastre», le dijo tras señalar el último varapalo judicial a las normas lingüísticas en educación. Bonig también reivindicó a las tres decanas mujeres de las universidades privadas y remarcó que los altos cargos de Puig y el sector público están muy lejos de cumplir la paridad.

El síndic de Compromís, Fran Ferri, defendió que sobran motivos para la huelga feminista que ha conseguido visibilizar la lucha de las mujeres y destacó que su grupo es el único que tiene más diputadas que diputados.

El portavoz de Podemos, Antonio Estañ, remarcó que la huelga había sido un éxito porque permite sacudir la agenda pública, obliga a moverse al presidente del Gobierno e incluso había situado a la Virgen como activista, en referencia a un comentario del arzobispo Osoro que dijo que se hubiera sumado a la protesta. Estañ reivindicó la necesidad de logros concretos como socializar los cuidados.