Con 26 años y tras formarse como abogada y administradora de fincas, Alicia Castillo abrió su primera oficina. Era el año 90 y ella una de las pocas mujeres que se metían en un mundo -el de la administración de fincas- «muy de hombres por aquel entonces», según recuerda.

Veintiocho años después, Castillo sigue al frente de una empresa que ha crecido, se ha consolidado y que, además, tiene una plantilla formada exclusivamente por mujeres, una característica que se ha repetido «durante la gran mayoría de la historia de esta empresa».

«Realmente en nuestra plantilla somos y hemos sido casi siempre todo mujeres. Ahora tenemos un colaborador externo, un economista hombre, pero la plantilla son todo mujeres», asegura Castillo en una oficina rodeada de abogadas, administradoras de fincas y expertas inmobiliarias.

Pese a la coincidencia durante todos estos años, la empresaria asegura que ha sido solo eso, coincidencia y no intencionalidad lo que hay detrás de esa plantilla íntegramente femenina. «Aquí se miran los currículos no el que se sea hombre o mujer. En este trabajo hay que tener empatía con los clientes, conocimientos y capacidad pero nada tiene que ver con el DNI», asegura.

Con traje de chaqueta pantalón

Su despacho no llama ahora la atención en el sector pero sí lo hacía al principio. «Cuando me examiné en Madrid en el 83 ya se veía que había inquietud por las mujeres en este ámbito pero había muchos más hombres», recuerda. El motivo de esta sectorización para ella es que el marcar directrices a una comunidad de propietarios y las consecuentes «dotes de mando se pensaba que era algo más de hombres y además también estaban los horarios y las reuniones que acababan tarde».

«Yo me masculinizaba, me vestía con trajes de chaqueta pantalón para reivindicarme», recuerda con una media sonrisa. Aún así, el ser mujer, y sobre todo joven, le valió más de un comentario despectivo en sus inicios. «Sí, frases como 'Gracias cariño' o 'venga ,chiquita'... sí tuve que escuchar. O preguntarme si era la empleada de mi madre también ...». En muchas ocasiones, el ser mujer sí supone, a su entender el tener que tirar mano de «una fortaleza añadida. Hay que tener los conocimientos pero también demostrarlo cuando quizá a tu colega no se les exigía».

Desde entonces, la también abogada ha colaborado también en el colegio profesional de administradores de fincas, además como las primera secretaria técnica que tuvo la entidad. Castillo reconoce que ahora, los tiempos, han cambiado y sus colegas que empiezan «aún jóvenes como yo lo era» ya no encuentran ese ambiente .

«Nuestro entorno es reflejo de la sociedad. No considero que entonces estuviera derribando barreras porque la mujer no se debe de plantear ninguna inferioridad y yo no me las planteaba. Es más, de la naturaleza de la mujer no sale, el problema está en la mente de los demás», sentencia.

Sobre el paro del 8M y la gran manifestación que paralizó varias ciudades españolas, entre ellas València en defensa de los derechos de las mujeres, la igualdad salarial y contra la violencia de género entre otras cuestiones, Castillo asegura que esta visibilización «siempre ayuda. Cualquier huelga es reivindicativa y, cuanto menos, hace pensar».

En este sentido, esta empresaria cree que paros como el de esta semana son necesarios para buscar la igualdad en todos los aspectos. «A efectos legales la mujer es exactamente igual al hombre, pero no a efectos sociales... esto es para lo que sirven huelgas como esta, porque posteriormente deben reflejarse en cambios legislativos» como el de la equiparación salarial que ve más que necesario.

«Es inconcebible que por razón de género y haciendo la misma función una mujer cobre menos. No tiene sentido, estamos en el siglo XXI», razona.