El historiador Ángel Viñas, uno de los mayores especialistas en la Guerra Civil y la dictadura, presentó ayer en la Facultat de Geografia i Història de la Universitat su último libro: «El primer asesinato de Franco. La muerte del general Balmes y el inicio de la sublevación» (Editorial Crítica). En esta obra desmonta con luz y taquígrafos la extraña muerte accidental del general Amado Balmes, comandante militar de Gran Canaria, dos días antes del 18 de julio de 1936 mientras desencasquillaba una pistola.
El entierro de Balmes fue la escusa que permitió a Franco, comandante militar de Canarias, dejar su cuartel de Santa Cruz de Tenerife y viajar a Las Palmas. Allí, tras poner a su mujer y a su hija a salvo en un trasatlántico rumbo a Le Havre (Francia), le esperaba desde cuatro días antes oculto en un hangar del aeropuerto el Dragón Rapide con el que voló a Marruecos para ponerse al frente de la sublevación.
Viñas, el experto ilicitano en Anatomía patológica Miguel Ull, y el aviador Cecilio Yusta, desmenuzan la conspiración contra Balmes, la primera víctima de la Guerra Civil. Un complot que, según Viñas , «sin ninguna duda» fue urdido por Franco. A tenor de las generosas recompensas en forma de ascensos que repartió el dictador, Viñas sitúa la mano ejecutora del crimen en un reducido círculo de tres oficiales y el chófer de Balmes, el único testigo de un tiro mortal a quemarropa disfrazado de accidente.
¿Por qué era clave para Franco liquidar al general Balmes?
Porque Balmes no iba a sublevarse y representaba un obstáculo fundamental para sus planes. La guarnición de Santa Cruz de Tenerife le era fiel y no quería dejar Gran Canaria en manos de leales al Gobierno. No quería dejar cabos sueltos, así de simple. Franco era un hombre sin escrúpulos, su corazón albergaba un desierto moral. Cargarse a Balmes era una condición necesaria para él. Hubo generales leales a la República, pero al único que se asesina previamente es a Balmes. Es la primera víctima de la Guerra Civil. A los demás se les fusila después de la sublevación.
Matar a un general no es un complot sencillo, debió intervenir mucha gente. ¿A qué atribuye que la falacia de la muerte «accidental» de Balmes se haya mantenido durante 80 años?
El franquismo sentó un canon: Balmes murió al dispararse su pistola accidentalmente mientras trataba de desencasquillarla apuntándosela contra el vientre. Esta versión oficial no se la puede creer nadie. Eminentes militares, jefes y oficiales del ejército de Franco, llegaron a afirmar que Balmes falleció probando pistolas para repartirlas entre civiles partidarios de la sublevación. Balmes era el comandante de la guarnición de Las Palmas. ¿Si él subleva a la guarnición a su mando quién se le iba a oponer? Tenía ametralladoras, cañones, fusiles... todo. ¿Para qué iba a repartir pistolas? Es algo de risa. El asesinato de Balmes es el final de la conspiración de Franco, que estaba dispuesto a sublevarse ya en febrero de 1936. Cuando ve que las elecciones van a dar la victoria al Frente Popular intenta dar un golpe blando con la autorización del presidente de la República (Alcalá-Zamora) y del presidente del Consejo de Ministros (Portela Valladares)..
Se habla mucho del apoyo de Hitler y Mussolini a Franco, pero ¿qué opina del papel del Gobierno del Reino Unido en el nacimiento de la dictadura?
En contra de lo que se ha dicho, hasta el año 1953 en que EE UU toma el relevo, el país que más influencia tiene sobre la historia de España es el Reino Unido; olvídese de Francia, Alemania e Italia. Es una influencia sutil, que se manifiesta en el no apoyo a la República, y en el apoyo tácito pero limitado a Franco durante la Guerra Civil, y después en estimular, a base de sobornar al generalato, la neutralidad española en la II Guerra Mundial porque ese es el único objetivo de la política británica respecto a España. Londres hubiera sido implacable con Franco si éste hubiera entrado en la guerra al lado del Eje.
