El 10 de enero de 2002 la pirotecnia de Ricardo Caballer en Olocau fue escenario de otro trágico suceso. Dos personas, entre ellas la cuñada del propietario, murieron en otra explosión cuando la mujer, de 54 años y con 20 de experiencia, cargaba una carcasa en uno de los tres compartimentos en los que estaba dividida la caseta. En la primera explosión, los dos compañeros que se encontraban junto a la mujer echaron a correr para intentar salvar la vida. Uno de ellos lo logró; el otro, de 47 años y nacionalidad ucraniana, no lo consiguió.