El Ministerio de Fomento ha obtenido la declaración de impacto ambiental favorable para el nuevo proyecto de ampliación de la A-7 entre la CV-32, carretera de la Gombalda, y la A-3, que afecta a los 22 kilómetros más saturados y peligrosos del «bypass» o circunvalación de Valencia.

El proyecto rechaza finalmente la duplicación de la calzada actual mediante la construcción de una variante de la A-7 y opta por ampliar el «pasillo» existente con una nueva plataforma capaz de albergar 2 o 3 carriles por sentido. Fomento pretende construir dos calzadas laterales con 2 0 3 carriles, en función de la demanda de tráfico, con el fin de separar y absorber los tráficos de corto recorrido previstos para este tramo.

La autovía actual se mantendría para el tráfico de largo recorrido mientras las dos nuevas vías «colectoras» permitirían la conexión entre todos los enlaces existentes en el tramo actual. El resultado sería una superestructura similar a muchas vías de alta capacidad comunes en algunas ciudades estadounidenses con hasta 12 carriles, seis por sentido.

La declaración favorable permitiría a Fomento licitar la redacción del proyecto constructivo para este tramo de casi 22,5 kilómetros, que se ha dividido a su vez en tres subsectores para facilitar que pueda ejecutarse en función de la disponibilidad presupuestaria. Sin embargo, los Presupuestos Generales del Estado de 2018 (PGE-2018) solo contemplan una partida de 100.000 euros para estas obras.

El nuevo proyecto ahora presentado se divide en tres tramos: el A, desde el enlace con la CV-32 hasta el de la CV-35, de unos 11 kilómetros de longitud y un presupuesto estimado de 101,8 millones de euros; el B, que afecta a unos 7,5 kilómetros situados entre los enlaces con la CV-35 y la CV-370; y el C, de 4,5 kilómetros, que conectará la citada carretera autonómica con la A-3.

Rechazo

El tramo B es el más caro, con un presupuesto orientativo de 142 millones de euros. También es el más problemático debido a que atraviesa Paterna, donde el movimiento vecinal en la Cañada ha logrado frenar otras iniciativas anteriores.

El Ayuntamiento de Paterna ha mostrado su disconformidad con este proyecto, que generaría «importantes e inasumibles afecciones medioambientales y territoriales, especialmente por el impacto sobre la calidad de vida de la población», aseguran en su alegación al estudio de impacto ambiental.

Por su parte, el Ministerio de Fomento ha sido sensible a esta preocupación reforzando las medidas antirruido y haciendo que las dos calzadas del tramo B discurran del lado este de la A-7, junto al polígono de Fuente del Jarro, «al objeto de separar su trazado de las zonas residenciales y centros educativos existentes en el término municipal de Paterna», explican.

Finalmente, el tramo C tendría un coste más asumible, en torno a los 44,3 millones de euros, y menos complejidades.

El Ministerio de Fomento sostiene que a pesar de su ampliación a tres carriles por sentido en el año 2002, la circunvalación de Valencia A-7, conocida popularmente como «bypass», «soporta un gran volumen de tráfico con un alto porcentaje de vehículos pesados, siendo previsible el agotamiento de su capacidad a corto plazo».

En 2009, los técnicos ya advertían que la circunvalación, con un tráfico diario de 115.000 vehículos, de los que un 25 % son tráficos pesados, se encontraba ya al borde del colapso.

Además, añade el informe oficial del ministerio, «la confluencia de distintos tipos de tráficos , unido a la alta proporción de vehículos pesados, así como la profusión de enlaces, supone en la actualidad un detrimento de la seguridad vial».

Un 59 % de los numerosos accidentes que se dan en esta vía implican a camiones y se caracterizan también por provocar kilométricas retenciones que afectan a toda la corona metropolitana de València.