Isabel Bonig no tendrá los focos sobre ella este fin de semana en Sevilla, durante la convención nacional del PP. El protagonismo estará en la madrileña Cristina Cifuentes (por el máster que dice tener y que parece ser producto de ciencia ficción) y, menos, en el gallego Alberto Núñez Feijóo, dado el papel que algunos le atribuyen de delfín del presidente del PP y del Gobierno, Mariano Rajoy. A Bonig, si no media sorpresa sideral, le espera un cónclave plácido. Llega en un momento de estabilidad interna (el conflicto en la provincia de València está en letargo gracias a la gestora imperante y ha hecho las paces con Génova) y con los objetivos apuntando más a la presunta corrupción de PSPV y Bloc que a los casos del PPCV que llenan juzgados de València y Madrid.

La líder del PPCV subirá a la tribuna de la convención esta tarde (dentro de la rueda de intervenciones de representantes autonómicos) con un contexto dulce para ella. Su discurso se moverá en el marco de sus alocuciones en las Corts. Hablará de los riesgos de una extensión del secesionismo en la Comunitat Valenciana merced del gobierno bipartito entre socialistas y Compromís. Y aprovechará para reivindicar la gestión del PP durante los años de gobierno de la Generalitat (a pesar de los casos de corrupción en los tribunales) por lo que supuso de modernización, señalan en su entorno.

Bonig y la cúpula del PP valenciano acuden a la capital andaluza con pocas expectativas de grandes sorpresas que les afecten. La incógnita de las candidaturas de las grandes ciudades (València y Alicante) para las elecciones municipales de 2019 se prevé que no sea resuelta este fin de semana. En todo caso, el cónclave podría ser el pistoletazo de salida para que Génova empiece a deshojar la margarita y señale los rostros elegidos para 2019. En València, si Esteban González Pons impone su deseo de seguir en Bruselas, la exconsellera María José Català es la que suena con más fuerza en las últimas semanas.