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Entrevista

Enrique Lluch : "En el sistema actual se ama al dinero como a un dios"

"Las limosnas perpetúan los roles de la pobreza", explica el economista y autor del libro "Doctrina Social de la Iglesia y economía"

Enrique Lluch en el Palacio de Colomina. miguel ángel montesinos

Después de leer el libro, deja al lector con la impresión de que el sistema está agotado.

Sí. Tenemos un sistema económico que funciona desde hace dos siglos, que ha conseguido bien sus objetivos en cuanto al crecimiento económico se refiere, pero justifica actitudes que parten del egoísmo y la avaricia, por lo que puede haber un gran crecimiento macroeconómico que no afecta a todas las personas. Seguimos teniendo 800 millones de personas que pasan hambre y más de 2.000 millones de personas que están por bajo del umbral de la pobreza en el mundo.

Entonces, ¿la manera de medir el crecimiento económico de un país basándonos en el PIB es errónea mientras siga habiendo personas en situación de pobreza?

Es una manera de medir correcta para el objetivo que plantea el sistema que tenemos. El problema es que ese objetivo es incorrecto.

¿Cuál es el objetivo de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI)?

Es una enseñanza oficial que habla de cómo organizar lo social para seguir objetivos diferentes al actual sistema, que gira entorno a la avaricia, a la necesidad de tener más, de amar al dinero como a un dios.

¿El cristiano practica la DSI?

En muchas ocasiones se olvida la dimensión social de nuestra fe.

En el libro explica que la DSI acepta la propiedad privada, pero con límites. ¿Cree que la Iglesia cumple con el principio?

El límite de la propiedad privada no es tener más o menos, sino la utilización de esos bienes. Es legítimo ganarse la vida, pero no el querer siempre más. Si utilizo estos beneficios para dar un salario digno a mis trabajadores e intentar romper la desigualdad, no hay ningún inconveniente. Si estoy contratando ilegalmente a mis trabajadores, pagando unos salarios de miseria y no respetando al medioambiente es cuando tenemos un problema. Pero es evidente que existe el peligro de entrar en el economicismo reinante, nadie está exento.

¿La globalización permite la justicia social?

No si organizamos una globalización sin normas, porque es la ley del más fuerte. Es el caso de las empresas occidentales. Se están yendo a países en desarrollo, explotan a su población de una manera que aquí no permitiríamos y además no pagan impuestos. La globalización da derecho al capital, pero si no está regulada, no se les da a todas las personas. Me refiero a la aporofobia, a la fobia al pobre que permite la carencia de sus derechos.

¿Qué hay detrás de una camiseta de tres euros?

Un pobre en un país pobre que la produce, un pobre de aquí que la compra y alguien que se enriquece gracias a las dos pobrezas. Este es un poema de la uruguaya y valenciana Patricia Olascoaga.

¿Es suficiente un salario mínimo de 700 euros?

Para vivir con dignidad no, es un salario de miseria. Yo pregunto a los empresarios cuál sería el mínimo que consideran digno y normalmente responden 1.300 euros.

¿Los trabajadores de la Iglesia cobran el salario mínimo?

Al menos cobran mil euros. No conozco ningún sitio en que se pague menos.

¿Es legítima la colaboración económica del Estado con la Iglesia a pesar de ser aconfesional?

Yo creo que el Estado tiene que tener una colaboración con el sector privado. Hay un maniqueísmo con dos posturas opuestas: algunos te dicen que lo público es bueno y lo privado es malo, porque el mercado solo busca su beneficio. Otros defienden que lo público es lo malo, porque controla el mercado. La Iglesia y el Estado tienen esferas propias, pero complementarias que hay que potenciar para mejorar el bien común.

¿La caridad perpetúa los roles de pobreza?

Si la caridad se entiende como limosna, sí. Con ella yo me posiciono por encima del otro: 'Tú eres pobre, yo no, yo te doy porque tú no tienes'. Pero la caridad de la DSI iguala a los unos con los otros. Por lo cual yo no hago cosas por ti, sino que empatizo y trabajo en la igualdad e intento superar las carencias de la justicia.

¿Qué sistema propone el DSI?

Una economía cívica que no trabaje solo con los agentes del Estado y el mercado, sino también con la economía doméstica y las empresas. La interrelación de estas cuatro puede llevar a una economía más de cooperación que de competición que permita crear comunidad.

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