La globalización y la movilidad de las personas hace muy difícil contener el desarrollo de un virus en un país concreto si las tasas de cobertura vacunal no son equiparables en el resto de regiones. Es lo que está pasando, actualmente, en Europa. En España, las tasas de circulación de la enfermedad fueron nulas en 2016 pero la situación cambió en 2017, año en que incluso se registró una muerte. Buena parte de la culpa, como en los brotes que ahora están disparando las estadística, la tienen los casos «importados»: aquellas personas, sobre todo niños que han contraído la enfermedad en su país y llegan con ella a los servicios sanitarios españoles. Pese a lo que se pudiera pensar, la mayoría de estos casos no vienen de los confines del mundo: países tan cercanos como Francia o Italia tienen unas tasas de cobertura vacunal frente al sarampión en la segunda dosis por debajo del 84 %. El ranking de enfermos detectados en 2017 lo lideraron Rumanía con 5.608 casos e Italia con 5.098. Lejos quedan Grecia con 967 y Alemania con 929 durante el año pasado. Este año 2018 ya hay 1.131 casos en Grecia, 757 en Rumanía y 429 en Francia, según el último informe de la Organización Mundial de la Salud.