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Charla de Eméritos

Seis siglos del hospital 'dels orats'

El germen del actual Hospital General de València, fundado en 1410, sentó las bases de la atención psiquiátrica

Seis siglos del hospital 'dels orats'

« (...) Por eso sería una cosa y obra muy santa que Valencia construyera un albergue u hospital en el que tales locos e inocentes estuviesen de tal manera que no deambulasen por la ciudad y no pudieran hacer ni recibir daño». La historia dice que fueron las palabras del sermón del primer domingo de Cuaresma de 1409 del fraile mercedario Joan Gilabert Jofré, el padre Jofré, las que espolearon las conciencias de la sociedad civil de la época para la fundación de un hospital «d´Innocents, Follcs i orats», que sentaría las bases del inicio de la Psiquiatría en toda Europa y que también sería el germen del que, seis siglos después, sigue siendo centro sanitario de referencia en la Comunitat Valenciana: el Hospital General de València.

La historia del que fuera el primer centro psiquiátrico ha sido ampliamente abordada y cuenta con una vasta bibliografía que le ha servido al exjefe de Radiología del Hospital de La Fe, Maximiliano Lloret, para confeccionar una charla que ofreció esta semana en la Cátedra de Eméritos. «Me ha costado más que ninguno de mis trabajos profesionales», reconoce Lloret, que ha dedicado cinco meses al estudio de la historia del centro. En su abordaje a estos seis siglos de vida, Lloret ha querido hacer una especial aproximación a la historia de la medicina valenciana que lleva implícito el estudiar el pasado de una institución de estas características.

«Con el hospital d´Innocents nació el concepto de enfermedad para la locura y ya en las constituciones que sanciona el Rey Martín I el Humano en 1410 para el centro se compara a los locos hospitalizados con personas enfermas hospitalizadas», explica Lloret. En este primer «albergue» que sacó de las calles a los «faltos de seso» de las calles de València se empezaron a aplicar las primeras técnicas de asistencia médica, tratamiento (cuando lo hubiera) e incluso el concepto de terapia ocupacional.

«El que recibieran cama, atención y comida, además de cuidados de higiene ya era un avance», explica Lloret. El hospital -regido por la sociedad civil a través de una cofradía- contrató además a los médicos más prestigiosos de la época para su funcionamiento: Bertomeu Martí, Jaume Roig o Lluís Alcanyís.

«Además se impusieron normas de limpieza e higiene. A los ingresados -por la fuerza si no estaban al cuidado de la familia- se les daban baños periódicos y ya en 1469 había baños con agua caliente. La paja y la lana de los colchones se renovaba habitualmente». El hacer trabajar a los enfermos que podían en el huerto, como limosneros o transportando carbón (las mujeres estaban confinadas a la cocina o a labores de costura) era también una «forma de tratamiento». «La atención era buena», recoge Lloret de las fuentes consultadas y el hospital llegó a tener mucha fama».

Prueba de ello son los versos que a él le dedica Lope de Vega en dos de sus obras: «Tiene Valencia un hospital famoso,/ adonde los frenéticos se curan/ con gran limpieza y celo cuidadoso», se incluye en «Los locos de Valencia». «Esta fama y su buen funcionamiento» fueron los que apuntalaron la decisión de crear en sus instalaciones el primer Hospital General de Valencia con la unificación de todos aquellos pequeños «hospitales» que operaban en la ciudad y que se ocupaban de pobres, necesitados, peregrinos o transeúntes.

El «General» como tal nació en 1512 incluyendo ya el concepto de atención sanitaria gratuita para quien lo necesitara. Con la ampliación de instalaciones, los enfermos (divididos siempre por sexo) se separaron en «quadras: de Febres (fiebres), Mal de Sement (sífilis), Nafrants (heridos), Dements (locos) y Borts (niños abandonados). Comienza entonces su funcionamiento con el concepto de asistencia que se tiene actualmente.

Los que querían ingresar eran atendidos por el «revedor de pobres» que los alojaba en las camas del crucero «hasta que fueran confesados, solo después les visitaba el médico y se les asignaba sala». Eso sí, el «revedor» ya tomaba los datos de los internos, se recogía su ropa y efectos personales y se les colgaba al cuello sus datos.

Tanto los locos «abandonados» en la calle como las prostitutas podían ser internadas por la fuerza. «Era la forma de sacar de las calles problemas que, como la sífilis, no tenían curan». El inventario realizado en 1584 prueba que, pese a los avances, había internos «peligrosos» o con nulo tratamiento que necesitaban de medidas especiales: en el área psiquiátrica había 25 grilletes de hierro, 6 cadenas, 14 puertas de jaulas y 2 bozales de hierro entre otras medidas de sujeción para los «furiosos» como 7 argollas para el cuello. En la sala de los niños abandonados (en la misma fachada del hospital había un torno para ello), el inventario habla de «una cabra para amamantarles, no eran criados por amas de cría».

A los «inocentes» se les siguió tratando en el General (que desde temprano se había convertido ya en «universitario» dando formación a los futuros médicos) hasta su traslado al antiguo Convento de Jesús en 1867. «Yo aún llegué a visitar las viejas instalaciones hasta el traslado a Bétera y la atención era peor que la que se tenía anteriormente», relata Lloret.

De aquel gran complejo de la calle Hospital resta ahora solo el primer crucero del hospital, reconvertido tras el traslado del centro a su actual ubicación en 1962. Ahora, en las naves en las que se alineaban las camas de los enfermos de sífilis y de fiebres descansan los libros de la biblioteca Nicolau Primitiu que atesora imágenes del antiguo hospital de principios del siglo XX y de las que también se ha ayudado Lloret para traer de nuevo del recuerdo la historia del «spital d´innocents, follcs i orats».

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