El hermano de Antonio, Vicente Navarro, ha revelado al grupo de Homicidios un detalle que puede complicar la defensa de María Jesús M. C., Maje, como cooperadora necesaria en el asesinato de su marido, el ingeniero noveldense Antonio Navarro, muerto de ocho cuchilladas en su garaje de la calle Calamocha de València, el pasado 16 de agosto.

El mismo día del crimen, y ante las preguntas inquisitivas de su cuñado, Maje acabó por lanzar una burda mentira: según ha declarado este testigo ante el grupo de Homicidios, le dijo que ese día, el 16 de agosto, había visto un importante número de policías y bomberos al pasar casualmente por la calle Calamocha a las once de la mañana. El cadáver de Antonio no fue descubierto por uno de sus vecinos hasta las tres y media de la tarde, por lo que a las once de la mañana, ni había policía en la calle Calamocha, ni nadie, salvo quien hubiera participado en su asesinato, sabía aún que yacía muerto, desangrado, en el tercer sótano del garaje.

Concretamente, Vicente aseguró en su comparecencia ante la Policía, en Novelda, que «le extrañó que ella le dijese que se había pasado con su coche por delante [de la casa y del garaje] a las once y ya había visto todo el 'pastel' [en referencia al despliegue policial y de los servicios de emergencia, explica la policía]», algo que, matiza el propio testigo, «no podía ser».

El hermano de la víctima desgrana con detalle cómo fue su conversación en la tarde de ese 16 de agosto, en el domicilio conyugal y de su hermano, en el 18 de la calle Calamocha -dos portales más allá del garaje-, con Maje, después de llegar desde Novelda con sus padres tras ser avisados del asesinato de Antonio, Vicente ha querido poner de manifiesto que «desde el principio pensó que había sido Maje con alguien».

«Que no descartasen a nadie»

En esos primeros momentos, creyó que había sido su cuñada con la ayuda de su mejor amiga, por lo que nada más descubrirse el cuerpo, con Maje y los investigadores de Homicidios delante, les instó «a que no descartasen a nadie», ya que, apuntó, «la persona que lo hizo sabía que Antonio esa noche iba a guardar el coche en el garaje, por lo que debía ser alguien de su entorno». «Y Maje, evidentemene, lo sabía», remacha.

Como se recordará, la pareja tenía una única plaza de garaje que, según los vecinos, utilizaba ella para aparcar su coche particular «en un 90 % de las ocasiones», mientras que Antonio, que utilizaba un vehículo de empresa, lo dejaba en la calle a menos que ella dejase el hueco libre.

Vicente recuerda ante la Policía que ese día, nada más llegar desde Novelda, sometió a Maje a un auténtico interrogatorio, llevado precisamente por esa sospecha. Así, afirma que le insistió en varias ocasiones preguntándole «si esa noche había dormido en el piso, a qué hora había salido y si había visto a su hermano por la mañana, cuando salía de casa», a lo que ella, afirma, le contestó «no, no» o, simplemente, «no le contestaba nada».

Como la propia viuda declararía más tarde, esa noche no había estado en su domicilio En su primera declaración mintió diciendo que estaba trabajando y en la segunda, sabiendo que los agentes ya conocían la existencia del que entonces se creía su único amante (José), admitió que había pasado la noche con este y que se había ido a primera hora a su trabajo en una residencia para monjas jubiladas en El Vedat de Torrent, donde permaneció hasta el fin de su jornada laboral, a las 14.30, tal como han confirmado las responsables del centro.

El móvil económico

Para el testigo, que se basa en el comportamiento de Maje y de su madre para con él y sus padres desde el mismo día del crimen hasta prácticamente su detención, el pasado 10 de enero, el principal móvil de su cuñada habría sido económico.

En su declaración, la segunda en esta causa, vuelve a contar cómo la madre de la acusada -empujada por Maje, según cree Vicente- le empezó a pedir dinero -los 30.000 euros que la familia de ella afirma haberle prestado a la enfermera para comprar el piso de la calle Calamocha- «al día siguiente de morir mi hermano, cuando estábamos declarando en la Policía. Y al día siguiente, en el tanatorio, también». Rememora la presión a la que fue sometido el notario, el agente del seguro de decesos y su familia «para arreglar el cobro de la pensión de viudedad» y para agilizar «la firma de la herencia». «Se veía enseguida que Maje iba por tema económico», sentencia.