Ayer se fue para siempre Pepe Duart. Un infarto fulminante acabó con la vida de uno de los representantes más genuinos de la agricultura y del regadío valenciano. Un hombre bueno que acumulaba casi todas las virtudes de quienes han forjado su trayectoria empresarial y humana pegados a la tierra que antes que él labraron y regaron sus padres y abuelos.

Desde hace unos años era el presidente de la Acequia Real del Júcar pero para cuando resultó elegido, Pepe ya era un hombre famoso en el mejor sentido de la palabra. Lo era en la Ribera, donde asumió muy joven la dirección del negocio familiar en Almussafes, dedicado casi exclusivamente al cultivo y a la comercialización de cebollas, un producto que adoraba y del que hablaba con un entusiasmo casi reverencial, además de experto. Juan José Duart cultivaba cebollas en casi todos los rincones de España, donde también van a echar de menos su tremenda humanidad y su seriedad en los negocios como miembro de una escuela donde muchos acuerdos se sellaban todavía con un apretón de manos.

Ayudó a mucha gente sin pedir nada a cambio.

Ayer, sus compañeros de la Federación de Regantes de la Comunidad Valenciana glosaban su figura y recordaban su compromiso con el regadío valenciano, aturdidos todavía por el enorme mazazo de la pérdida.

Durante su breve mandato al frente de la Acequia Real del Júcar, una institución que agrupa a 25.000 propietarios de 22.000 hectáreas, Duart ha procurado acelerar las obras de modernización, una vieja aspiración de los regantes del gran río valenciano, mientras suspiraba porque la sequía no le obligara a adoptar decisiones que un regante como él dificilmente podría soportar.

Seguro que en sus últimos días respiró aliviado al ver que el agua entraba por fin en el embalse de Alarcón, del que se sentía tan orgulloso.

Hace unos meses, junto a uno de sus campos de cebollas, Pepe Duart confesaba que a veces echaba de menos cómo el agua se extendía, lenta, por la parcela, para caer después a otro campo, y a otro. Añoraba el riego tradicional pero al mismo tiempo defendía con entusiasmo y convencido dónde estaba el futuro.