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VII. Reivindicaciones del mundo rural

"Pedimos a las instituciones que tomen medidas para proteger a los colombaires"

La Federación de Colombicultura defiende esta actividad deportiva tan arraigada en la Comunitat que «fomenta el respeto por la naturaleza»

Palomos de competición en la Comunitat Valenciana. Fernando Bustamante

«La colombicultura tal como se conoce hoy en día tiene unos 300 años de antigüedad. El uso de palomos tiene muchísimos más. Pero la práctica deportiva viene de antepasados que utilizaron los animales como un modo de diversión entre los nobles y así fue extendiéndose entre el pueblo para convertirse en una de las actividades más importantes del mundo rural». De este modo defiende José Manuel Fos, secretario de la Federación de Colombicultura, el arraigo de este deporte entre los valencianos.

Y recuerda con orgullo que «València es la cuna de la colombicultura». De hecho, en la Comunitat Valenciana están registrados más del 40 % de la aficionados de toda España, con 9.500 licencias y la cría de 500.000 palomos anuales, de los cuales el 70 % se acabará utilizando para alguna de las 180 competiciones oficiales. Por su «importancia en el fomento de las actividades del pueblo» es por lo que esta organización se une a la movilización valenciana del 26 de mayo, promovida por la Federación de Caza, y a la que hay inscritas 15 entidades relacionadas con el mundo rural. «No se entienden nuestros pueblos sin sus palomares ni los palomos surcando el aire pintados con sus brillantes colores», asevera el secretario de la entidad.

«Las ayudas no deben ser sólo económicas», explica Ricardo García, miembro del comité de árbitros de la federación, por lo que reclaman a las instituciones que tomen «medidas que favorezcan la práctica de este deporte». Y es que denuncian que en 2015, el Ayuntamiento de Manises intentó restringir la estancia de animales dentro del casco urbano, lo que «desplazaba la actividad obligatoriamente a las zonas rurales».

Sin embargo, la federación recurrió y ganó. Por lo que ahora la única ciudad de la Comunitat que restringe el vuelo de estas aves en su modalidad deportiva es València. «Pero lo entendemos. Además, sería muy difícil poder entrenarles en un espacio tan grande», reconoce Fos.

La colombicultura consiste en dejar libre a una veintena de palomos para que persigan una hembra hasta que elija al macho que la fecunde. Los colectivos animalistas denuncian que en la persecución la paloma sufre picotazos y maltrato por parte de los machos. La federación, sin embargo, defiende que «forma parte del instinto animal», por lo que sería «impensable» calificarlo como maltrato.

«Nosotros cuidamos a los palomos, -añade Fos- los vacunamos, les damos vitaminas cuando no se encuentran bien, los curamos llevándolos al veterinario para que estén sanos. Los tratamos casi como si fueran hijos nuestros».

Por eso, rechazan que se les acuse de maltrato animal. «Hemos heredado la afición de nuestros antepasados y queremos mantenerla para nuestros hijos y nietos». De hecho, aseguran estar cumpliendo este objetivo gracias a campañas de concienciación en centros escolares y campamentos.

«Cada vez son más los jóvenes que se unen a esta actividad que fomenta la amistad entre los aficionados del mismo pueblo y de distintas poblaciones, así como el respeto por la naturaleza, que es donde los palomos se desenvuelven», reconoce García. Motivos por los cuales se consideran «un soporte» para todas las reivindicaciones del mundo rural y de las tradiciones que actualmente «se están viendo atacadas».

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