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IX. Reivindicaciones del mundo rural

"Los caballos de más de dos años acabarían siendo alimento de no ser por el tiro y arrastre"

La Federació de Tir i Arrossegament se une a la movilización del 26 de mayo para dar a conocer "la importancia de este deporte popular"

Tiro y arrastre en los Jardines del Turia. Marga Ferrer

El tiro y arrastre está en alza. El año pasado, la Federació de Tir i Arrosegament de la Comunitat Valenciana contó con 700 caballos federados. Este año la cifra aumentó a 800. Y el número de autorizados para inscribirse en esta actividad popular alcanzó las 600 personas.

«Es una tradición casi centenaria, que comenzó en los años 40 cuando los tratantes de ganado de aquella época traían los caballos de Navarra y de la Cerdaña para que los labradores los pudieran examinar y comprar para trabajar las tierras. Poco a poco se fue extendiendo esta práctica y así nacieron los concursos de tiro y arrastre», explica Jesús Máñez, presidente de la federación, que se une a la movilización del mundo rural que tendrá lugar el próximo 26 de mayo en València y en el que participan otras 15 entidades.

Esta vez, sin embargo, las reivindicaciones no llegan por falta de subvenciones (se invierten 9.000 euros anuales en el tiro y arrastre de la Comunitat Valenciana), por lo que aseguran que no se manifiestan contra la conselleria: «Nos han apoyado mucho», gracias a ello hemos aumentado los afiliados.

Tampoco lo hacen contra los movimientos animalistas. De hecho, Máñez asegura que están «a favor de asociaciones como Pacma que velan por el bienestar» de sus animales, ya que los cuidan «como a un miembro de su familia», pudiendo llegar a invertir en sus cuidados 200 euros mensuales. «Que luego no se recuperan en los concursos que otorgan premios de hasta 60 euros», lamenta.

«El objetivo de participar en la movilización es dar a conocer nuestra práctica y la importancia que ésta tiene para el mundo rural», asegura Máñez que, considera, «hay mucho desconocimiento en cuanto al tiro y arrastre».

«Se nos critica por hacer que los animales recorran 60 metros con un peso a sus espaldas que dobla el del animal, pero son caballos fuertes, preparados genéticamente para ello. Yo he llegado a ver cómo un caballo recorría la pista de arena en 40 segundos», explica Máñez que añade: «Una palmada a un caballo siempre ha sido una motivación, no un maltrato».

Asimismo, explica que, de no ser por el tiro y arrastre, muchos de estos animales serían utilizados para el consumo humano al cumplir los dos años y medio. «Estamos consiguiendo que la especie no se extinga gracias al tiro y arrastre. Les alargamos la vida», explica Máñez. También se reivindican como una actividad que «genera negocio y mantiene las pequeñas y medianas empresas rurales relacionadas con el mundo equino, tales como almacenes de piensos, veterinarios, herradores y la agricultura que se cultiva para alimentarles».

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