El caso de La Manada ha despertado, sin duda, la conciencia social sobre la gravedad de los delitos contra la integridad sexual y la necesidad de revisar el Código Penal en sus artículos del 178 al 194, que son los referentes a las agresiones sexuales. Pero su repercusión ha ido más allá y ha logrado poner el foco en la violencia sexual en las fiestas populares.

En el caso de Pamplona, los hechos que han conmocionado a toda España sucedieron durante los festejos de San Fermín, pero en la Comunitat Valenciana también hemos tenido agresiones de carácter sexual en el marco de fiestas patronales.

El último tuvo lugar en las paellas universitarias celebradas el pasado 13 de abril en Moncada, en las que, tal como publicó Levante-EMV, una joven de 21 años fue agredida en unos baños del recinto por un amigo, que finalmente fue detenido por la Guardia Civil.

Precisamente en el recinto donde se celebraba esa fiesta estudiantil se había instalado un Punto Violeta. Esta iniciativa, que parte del movimiento feminista, consiste en unos stand ubicados en lugares visibles a los que las personas que han sufrido algún tipo de acoso o agresión sexual pueden dirigirse para pedir ayuda.

También hay voluntarias que portan un brazalete morado y que recorren el lugar para que las mujeres que las necesiten recurran a ellas. «Además tienen una función disuasoria», explica Ana Gimeno, integrante de la organización Alerta Feminista y creadora de algunas de las campañas de concienciación contra la violencia sexual que han utilizado diversos ayuntamientos valencianos.

El lanzamiento de mensajes de sensibilización ha sido la principal actuación por parte de los Gobiernos locales y en su mayoría, comenzaron a trabajar este aspecto tras la agresión de La Manada, en julio de 2016.

Sobre todo concienciación

Este es el caso de Buñol y la Tomatina. En agosto de 2016, el consistorio de esta localidad anunció un protocolo especial para actuar «ante cualquier tipo de conato agresivo de carácter sexual», la actuación marcada consistía en que «los agentes reducirán a las personas implicadas y las llevarán a disposición judicial», explicó el alcalde del municipio, Rafael Pérez.

Otra de las fiestas «sensibles» son las Fallas de València. Precisamente con motivo de estos festejos este año la Concejalía de Cultura Festiva y la de Igualdad lanzaron una campaña de concienciación a través de carteles que se repartieron entre las comisiones falleras con mensajes que trataban cuestiones machistas y sexistas a favor de la diversidad con el propósito de hacer de los casales «espacios libres», según explicó el edil de Fiestas, Pere Fuset.

En esta misma línea y con motivo de las mismas fiestas, el Ayuntamiento de Torrent repartió entre las comisiones servilleteros, servilletas y vasos de cartón reciclable para los más pequeños, con mensajes promulgando la igualdad entre hombres y mujeres.

En el caso de Aldaia, las acciones en contra de la violencia sexual se iniciaron desde 2016 y se centraron en las fiestas locales que tienen lugar desde mediados de julio hasta la primera semana de agosto. «Hay un evento especialmente delicado que son las paellas pero también actuamos durante las Fallas», explicó a este periódico Empar Folgado, concejala de Igualdad del municipio. Una de las acciones que han llevado a cabo han sido la ubicación de mensajes de concienciación en algunos maceteros de las principales calles del municipio.

Por su parte, el Ayuntamiento de Riba-roja tomó medidas más contundentes para las fiestas dels Fadrins del año pasado. Desde el Gobierno local se vetó la emisión de la canción «4 babys» del cantante de reguetón Maluma, por su letra sexista, pero además, una unidad especial de la Policía Local estuvo vigilante para evitar las actitudes o agresiones físicas sexistas en estos mismos festejos.

Pero estos no son los únicos municipios que han puesto medidas: Godella, Paiporta, Puçol o Massamagrell, entre otros, son ejemplos de voluntad que actúan para hacer de sus fiestas populares espacios libres de violencia sexual.