Una de las claves que refrendan la tesis de la muerte acordada es el recepcionista del hotel de El Saler donde se alojó ella el domingo. «Nada más llegar, aparte de pagarme por adelantado las dos noches, ya me pidieron dos escaleras, pero les dije que sólo tenía una. Me dijeron que era para recuperar una cometa. Los dos días se portaron con normalidad, con horarios un poco extraños, pero nada fuera de lo habitual. Ni una discusión ni una mala cara entre ellos. Y ayer, volvieron a pedirme la escalera. Se la llevaron y no les volví a ver».