La mujer de 45 años acuchillada en el cuello por su compañero sentimental momentos antes de que él se ahorcara en un árbol en una pinada del Saler el martes rechaza que se tratara de un suicidio pactado, aunque desliza en sus comentarios que sí le siguió la corriente a su compañero hasta que en un momento dado se arrepintió y trató de escapar.

«Era lo que más quería en mi vida e intenté quitarle la idea de la cabeza», sostiene la mujer, quien se recupera de las lesiones en el Hospital La Fe de València. Sitúa una deuda «de entre 7.000 y 8.000 euros por drogas» como desencadenante de los hechos por los que esta valenciana, cuyo nombre omite Levante-EMV para preservar su anonimato, estuvo al borde de una soga y su compañero acabó muerto.

Horas antes de la entrevista con este diario, agentes del Emume de la Guardia Civil se habían desplazado al centro hospitalario para tomarle declaración a la mujer. A los investigadores, que tratan de dirimir si fue un suicidio pactado, como aparentan los hechos, o una violencia machista, también les habló de la deuda, que atribuyó, entre otras cosas, al negocio de cristalería que había tenido el fallecido.

Tanto en sus declaraciones a Levante-EMV como durante el interrogatorio de la Guardia Civil, la víctima mantiene que no tenía la intención real de suicidarse, aunque las pruebas recabadas indican lo contrario.

Las dos cuerdas halladas en el lugar y sendas escaleras que pidieron ambos al encargado del hotel apuntan en la dirección del suicidio pactado. Y la escalera que ambos pidieron ese último día, el martes.

Estuviera de acuerdo o no en la idea de poner fin a sus vidas, lo cierto es que, afirma, cuando ya vio que era inevitable, se negó a ello e intentó convencer a su compañero de que no lo hiciera. Y él respondió tratando de degollarla, aseguró a los investigadores, quienes muestran reservas ante esa declaración porque no es compatible al cien por cien con los elementos y datos recabados hasta ahora. Por ello, la investigación continúa abierta, con declaraciones de familiares de él y de ella y la reconstrucción de la vida en común de ambos, para averiguar qué ocurrió realmente.

«Quería que lo viera»

«Él quería que viera cómo lo iba a hacer y cuando le dije que no me quedaba, se puso agresivo», relata a este diario. «Intenté marcharme, pero él no me dejaba. Me tiró al suelo y me pegó una patada en la cara», relata la agredida, con el ojo derecho totalmente amoratado. La víctima sufrió lesiones en la mano cuando trató de quitarle la navaja y tres cortes en el cuello. Finalmente consiguió escapar corriendo de su presunto agresor.

La víctima, quien reconoce que padece una fuerte adicción a la cocaína, tiene un hijo de 17 años que se encuentra tutelado por la Generalitat y llevaba dos años de relación sentimental con el ahora fallecido. Sin trabajo y cobrando apenas un subsidio, admite que las deudas por un consumo desorbitado de droga los tenían a ambos asfixiados. No obstante, respecto a su antecedente de tentativa de suicidio intentó restarle importancia. «No fue grave, apenas unos cortes en las muñecas», sostiene.

Aunque explica que su compañero llevaba días planificando el suicidio, según su versión, acudió con él al hotel del Saler el fin de semana para tratar de «quitarle la idea de la cabeza». Así, explica que éste, «domador de caballos», según ella, arrastraba deudas de hasta 8.000 euros. «Intentaba convencerlo de que se podía solucionar, pero no pude», lamenta entre lágrimas la víctima, quien remarca que su pareja jamás la había maltratado.

«Le dije que me ahorcaba con él de broma, pero me arrepentí al ver las sogas en el árbol y que todo iba muy en serio», argumenta la víctima. Instantes antes su pareja había abierto una botella de cazalla «para que brindáramos juntos como despedida», recuerda, así como la ingesta de «un par de barbitúricos» por parte de su compañero.