El padre de Raquel, nombre ficticio para preservar su anonimato, quiere que lo ocurrido sirva para que su hija supere de una vez por todas su adicción a las drogas. Desde los quince años arrastra una drogodependencia, que al no ser tratada ha ido a más. Aunque han intentando ingresarla en un centro de desintoxicación en varias ocasiones, siempre les remiten a una espera de meses por falta de plazas. «Me comprometo a tratarme cuando salga del hospital si me dan plaza en un centro en diez o quince días, sino sé que volveré a caer», suplica Raquel, quien únicamente espera que las Unidades de Conductas Adictivas (UCA) le sirvan de ayuda para superar estos problemas.