«¿Puedo enviarte un tren?» no es un frase cortés de un jefe de estación a otro sino la fórmula aproximada con la que buena parte del siglo XX -antes fue a través del telégrafo- se ha gestionado la red ferroviaria. Al otro lado de la línea otro jefe de estación confirmaba: puedo recibirlo (el convoy) o, por el contrario, rechazaba el tráfico si la vía ya estaba ocupada. Es el bloqueo telefónico, basado en telefonemas, que se apuntan al instante en el libro de operaciones, y que todavía hoy sigue siendo una alternativa en tramos de la red convencional.

Joaquín Gómez, jefe del Puesto de Mando de ADIF en València, asegura que «el gran reto» ha sido incorporar paulatinamente a una red del siglo XIX una tecnología que ya es del siglo XXI «y hacerlo sin que los trenes dejaran de circular».

Gómez es uno de los 95 técnicos al frente del centro ferroviario que desde la Fuente de San Luis en València controla 24 horas al día y 365 días al año1.756 kilómetros de red (casi 3.300 kilómetros si se contabilizan los tramos de doble vía).

Las arterias de este centro, en el que se gestiona el 15% del tráfico ferroviario de España, llegan por el sur hasta Pulpí (Almería), a Salou (Tarragona) y Caminreal (Teruel) por el norte y se adentran hasta el centro de la península en Tarancón y Alcázar de San Juan.

El equipo de ADIF es responsable de exprimir las capacidades de líneas por las que circulan más de 700 trenes diarios, algunos a 200 kilómetros por hora, gobernar 136 estaciones, de las que 108 se operan en automático y hacerlo con plenas garantías de seguridad.

Dentro de esta vorágine, mantener la calma y no cometer errores es clave también para no defraudar las expectativas de los 60.000 viajeros que utilizan a diario la red, facilitar las labores de mantenimiento que realizan otros compañeros de ADIF y adaptarse a las necesidades de una infraestructura que está en plena transformación. «El ferrocarril -recuerda Joaquín Gómez- está sujeto a rigideces y no cabe la improvisación».

La clave, sostiene, es la programación previa de los tráficos que se incorporan a diario al centro de gestión. Los operadores pueden ver en una pantalla dividida qué debería estar ocurriendo y lo que está pasando realmente. Hay mucho automatismo pero cuando el sistema alerta sobre cualquier desvío ahí está el operador para tomar decisiones. Cuando la jornada termina se hace un renvalsáis de lo sucedido en el día, el sistema se realimenta, «mejora» y todo queda dispuesto para un nuevo reto. Gracias a esta metodología, los hombres de ADIF han solventado la compleja respuesta a las obras del tercer hilo entre Castelló y València.

La pasada semana, el delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues, visitaba el centro junto a jóvenes alumnos de Formación Profesional de Villa-real en el marco de las actividades de la Semana de Administración Abierta. Muchos de ellos, usuarios de la C-6, no sabían de la existencia de un centro y unos empleados públicos a quienes, sin saberlo, confían su vida cuando suben al tren.