La conocida como ley «Trans» -Ley Integral del Reconocimiento del Derecho a la Identidad- ha cumplido un año y ha supuesto toda una revolución. La ley le ha dado asistencia sanitaria al colectivo y ha reglado el cauce legal para que esté incluido como una prestación más de la cartera de servicios.

De esta manera el colectivo LGTBI -que celebró ayer el día internacional contra la LTGBIFobia- aplaude una ley que ha supuesto un antes y un después para el colectivo en general y para las personas transexuales en particular.

La ley «Trans» ha supuesto un punto de inflexión que se refleja en las cifras de atención en la Unidad de Atención a la Transexualidad del hospital Doctor Peset.

Desde que la normativa está en marcha (marzo de 2017) se ha producido un 25 % más de demandas. Solo en 2017, la unidad atendió a un centenar de usuarios «es decir, atendió el mismo número de pacientes que los dos años anteriores (2015 y 2016) juntos. En lo que llevamos de 2018 hemos visto casi tantos pacientes como el año pasado. Se ha ofertado un servicio público que antes estaba muy limitado. Las campañas de visibilización ayudan y cada vez son menos los que ocultan su identidad», explica el endocrino responsable del servicio, Marcelino Gómez.

El servicio está en auge, pero los medios son los mismos que hace 10 años. Por ello, desde la Unidad de Atención a la Transexualidad lanzan la voz de alarma ante una lista de espera que no para de crecer. «La demora para las primeras visitas es de cuatro meses y en las listas quirúrgicas hay más de un año de espera. No es asumible. Se deberían aplicar los mismos tiempos que para otras especialidades para prestar una asistencia garantista y en igualdad de condiciones».

En 2008 se creó en el hospital Doctor Peset la Unidad de Atención a la Transexualidad con el endocrino Marcelino Gómez como responsable. Gómez recuerda un servicio que atendía a una población «desamparada» que se realizaba casi de forma «compasiva», ya que no estaba incluido en la cartera de servicios de la sanidad pública valenciana.

El perfil del usuario era el de «una persona transexual, principalmente mujeres de entre 40 y 45 años, que procedían de estratos sociales marginales y que acudían a nuestro servicio autotratándose y autohormonándose, lo que les generaba graves problemas de salud por llevar a cabo tratamientos no reglados. La mayoría de las usuarias que tratábamos hace 15 años venían derivadas de ONG y colectivos como Cruz Roja, Lambda...», explica Marcelino Gómez.

Ahora, el perfil del usuario ha cambiado. «El perfil más frecuente de usuario es el de un chico o una chica (hay paridad en la demanda) que tiene menos de 25 años y viene acompañado de su familia o su pareja para informarse del proceso y los tratamientos. Ya no es gente marginal. Son personas de clase media, estudiantes, trabajadores, que viven el proceso con normalidad», concluye Gómez.