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Brecha salarial en el Ivass

Cuidadoras en precario

Las empleadas del Ivass trabajan a turnos las 24 horas y los 365 días al año con abismales diferencias salariales respecto a otras trabajadoras sociales

Cuidadoras en precario

El tira y afloja que desde hace meses protagoniza la vicepresidenta del Consell y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas, Mónica Oltra, y el conseller de Hacienda, Vicent Soler, a cuenta de la equiparación salarial de la plantilla del Instituto Valenciano de Acción Social (Ivass) ha puesto el foco sobre un organismo de origen humilde y cuya plantilla es la gran olvidada de la Administración.

Hay que remontarse a los años 80 para buscar el germen de una entidad que atiende a personas con diversidad funcional psíquica severa y profunda u otros trastornos mentales, un colectivo socialmente excluido y al que la Generalitat cuida con limitados recursos y gracias al esfuerzo de cientos de trabajadoras, que se encuentran doblemente discriminadas. Trabajan en un sector fuertemente feminizado (el de los cuidados que ya de por sí está devaluado), pero además son, dentro de este ámbito, las parientes pobres de la Generalitat con diferencias salariales que pueden alcanzar hasta los 8.982 euros al año.

Desde el año 2013 la entidad y su plantilla forma parte del sector público, pero, nada que ver con el glamour que en su tiempo destilaron entidades creadas ad hoc para impulsar los grandes proyectos a mayor gloria de los gobiernos populares. El Ivass nunca tuvo una fiesta en el Palau de les Arts, ni contratos blindados, ni fichajes con derecho a dietas o coche oficial.

Quienes conocen a fondo el trabajo que se realiza en residencias, viviendas o centros ocupacionales aseguran que el día a día es duro y requiere una dosis de vocación, entrega y de compromiso con los más necesitados que difícilmente lo paga una nómina, y menos cuando el salario está muy por debajo de lo que otras personas cobran de la Generalitat haciendo tareas equiparables e incluso con mejores condiciones laborales.

En el Ivass no hay día ni noche, ni domingos, ni lunes. Se trabaja a turnos, las 24 horas del día y los 365 del año. Aunque hay varias figuras profesionales en las residencias (psicólogos, terapeutas, fisioterapeutas, etc), la atención directa a usuarios y usuarias es asumida fundamentalmente por el personal cuidador, el 70% de la plantilla, fundamente mujeres. Ellas, junto a enfermería y personal de cocina, se ocupan del aseo personal, la alimentación, el tratamiento sanitario, el ocio... con la dificultad de que tratan con grandes dependientes cuya nivel de colaboración es limitado, por no decir que inexistente.

La carga emocional y física para la plantilla se ha dejado sentir en un colectivo que sufre problemas físicos (hernias discales y síndrome del tunel carpiano) y ansiedad. Los sindicatos empiezan ya a plantear que la plantilla tenga un plan especial de jubilación anticipada pues el desgaste es enorme.

La paradoja es que quienes cuidan a quienes la sociedad da la espalda, también llevan años olvidados por los gobiernos que los contratan y que nunca cumplieron con una cláusula fijada en 2001 (en la etapa del Convaser) en virtud de la cual, automáticamente a este personal se le aplicarían las mejoras logradas para la Generalitat.

La cuestión es que conforme han pasado los años la brecha salarial se ha ido agrandando. Mientras puestos de cuidadoras o enfermería en la Generalitat fueron reclasificándose, el personal del Ivass se ha quedado atrás. Por ejemplo, una cuidadora de conselleria puede ganar hasta 500 euros más que lo hace una con nómina en el Ivas. Hay diferencias en el salario base, complementos de destino, específico, noturnidad y festividad (sin reclasificar) y en los de turnicidad que las primera cobran y las segundas, no. Además, está el complemento de carrera profesional que el Ivass no tiene que hace ya la brecha insalvable. Tampoco cobran las pagas de marzo y septiembre. Para más inri, el 50 % de la plantilla es temporal.

No es de extrañar que ante la opción de hacer una sustitución en la Conselleria de Sanidad o en el Ivass, la elección esté clara. De hecho, la entidad tiene serias dificultades para sustituir personal.

El Gobierno del Botànic parece dispuesto a enderezar la injusticia, pero la vía defendida por Oltra para acabar con la brecha salarial ha encontrado obstáculos jurídicos y presupuestarios. Soler exploró otra (más lenta) que el comité de empresa ha aceptado. Depende ahora de Hacienda dar salida a una norma que supone una solución que no enterrará la injusticia, pero al menos la paliará.

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