El «mestre valencià d´arquitectura», Antonio Escario (Albacete, 1935), falleció ayer a los 83 años, según confirman a Levante-EMV varios amigos cercanos. Una gran pérdida para la arquitectura valenciana ya que en su estudio creó edificios tan conocidos como la Torre Ripalda (1973), más conocida como «la Pagoda», en el paseo de la Alameda de València, o el hotel Balí (2002) de Benidorm, por citar sólo dos de sus obras más conocidas por el gran público. Aunque también es autor de otros edificios públicos y privados muy conocidos en València como el edificio de la Tesorería de la Seguridad Social en la calle de Colón, las oficinas de Hacienda en Marqués de Sotelo o la Facultad de Farmacia en Burjassot. También se encargó de la reforma del Cine Capitol o de restaurar el viejo edificio de la Nave de la Universitat de València, donde logró una plaza como profesor en 1989.

Sus inicios como arquitecto se remontan al estudio que creó junto a José Antonio Vidal Beneyto y José Vives Ferrero, en 1963-64, bautizado como EVV (Escario, Vidal y Vives) que se convirtió en uno de los más importantes estudios de arquitectura de los años 70 en València, que duró hasta la muerte de Vives y la disolución del estudio, a principios de los 80. Los tres arquitectos, según explica el arquitecto Alberto Peñín, «realizaron muchas obras en los Ensanches, y fueron muy apreciados por la burguesía valenciana más receptiva a la arquitectura moderna. Sus características personales, su organización profesional y una enorme capacidad de trabajo encajaron y consiguieron el aprecio general».

El mismo Escario señalaba a Levante-EMV que sus obras preferidas en Valencia eran «la torre de Ripalda o la Pagoda y el edificio de la calle Colón donde están las oficinas de la Seguridad Social y que nosotros diseñamos para sede del primer banco familiar de la ciudad». Sobre ésta última obra, Escario destacaba que «es un edificio muy sencillo pero que funciona muy bien porque tiene una doble fachada que consigue un aislamiento casi absoluto, incluso en fallas. También el hotel Bali de Benidorm como ejemplo de arquitectura en altura».

En 2008 fue elegido como académico de número en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, un reconocimiento que le causó una especial emoción. En su conferencia al ingresar en la institución «resumió su pensamiento», explicaba Alberto Peñín. Escario «aboga por que la arquitectura, frente a la simple construcción, tenga sentido y clasifica como ´arquitectura real´ la que se desarrolla en alguna de los cuatro perfiles siguientes: el icónico, el de protección patrimonial, el de arquitectura de autor, y por último el de la arquitectura sin identidad, con la que no se identifica».

Su obra póstuma será la reforma de la emblemática Plaza de la Reina cuya remodelación diseñada junto al arquitecto José María Tomás ganó el concurso municipal.