Pueden ser varios pisos de interminables escaleras o incluso un pequeño escalón para acceder al portal, así como ascensores estrechos o, directamente, inexistentes. Son muchas las barreras que las personas con movilidad reducida en la Comunitat Valenciana se encuentran cada vez que quieren acceder a la calle para llevar a cabo cualquier actividad cotidiana, como estudiar, tal como contó ayer Levante-EMV.

Según el estudio «Movilidad reducida y accesibilidad en el edificio», elaborado por la Fundación Mutua de Propietarios y la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Cocemfe), más de 15.000 valencianos y valencianas no salen nunca de casa por no estar adaptado el edificio en el que viven.

El estudio apunta que las escaleras provocan que el 80 % de las personas con movilidad reducida no puedan moverse de manera libre y que en un 69 % de los casos tengan problemas con el portal, ya sea para salir o acceder a él desde la calle.

Además, de las 306.900 personas que tienen movilidad reducida 1 en la Comunitat Valenciana, un 39 % afirma que pasa muchos días sin abandonar su hogar y el 29 % reconoce que saldría con más frecuencia si su edificio estuviera adaptado.

Pablo Cervera es un joven de 36 años con ataxia de friedreich que vive en una planta baja por no renunciar a su día a día. Él está entre el 21 % de las personas con movilidad reducida que ha tenido que cambiar alguna vez de domicilio por motivos de accesibilidad.

Cuenta que creció en un piso corriente de València, siendo un «niño patoso» hasta unos años después del diagnóstico. «Llegó un momento en el que los 10 peldaños del portal ya me suponían una complicación y dejé de bajar, por lo que me quedé tres años atrapado», relata. «Mi padre estuvo peleando desde que el médico me dijo que me iba a quedar en silla de ruedas, pero nos aseguraron que un pilar impedía realizar las modificaciones en el edificio y, ¿qué hago, me quedo atrapado hasta que me muera?», explica. Más tarde, se mudó a una planta baja de una calle peatonal, que tuvo que abandonar, e ingresó en una residencia, pero allí no vio satisfechas sus inquietudes como joven.

Ahora, aunque lo hace encantado, se ha visto obligado a volver a la planta baja. «De aquí no me muevo ni loco», asegura. Y eso, a pesar de que en diciembre de 2017 acabó la moratoria que obligaba a adaptar todos los edificios. El informe denuncia que sólo un 0,6 % de los 9,8 millones de fincas de viviendas que hay en España cumplen con la accesibilidad y que solo un 10 % de las que cuentan con vecinos con movilidad reducida han recibido alguna ayuda para ser adaptadas. Es en las edificaciones más grandes en las que existen más problemas, apunta el texto.

Desde Cocemfe y la Fundación Mutua de Propietarios recuerdan que el 62 % de los encuestados valencianos con problemas de movilidad no son usuarios de sillas de ruedas, bien porque utilizan algún tipo de sistema de apoyo, como muletas, bastón, andador... o simplemente porque deambulan de forma inestable al caminar.

El que dan de casa a la calle es solo el primer paso, pero los problemas no acaban ahí, ya que en el exterior se encuentran, por ejemplo, con «rampas muy pronunciadas», denuncia Cervera, además de bordillos, y con la incomprensión de muchas personas. «Pides ayuda y mucha gente se aleja de manera muy surrealista», denuncia.