El pasado 27 de diciembre se cumplía un año de la inoculación de la primera dosis de la vacuna contra la covid a Batiste, el primer valenciano que la recibió en una residencia de mayores. Tras este hombre que se puso la inyección sin temores y se convirtió en un símbolo de esperanza, ya son más de cuatro millones de personas las que se han inoculado de forma completa (dos dosis) en la Comunitat Valenciana alguno de los cuatro fármacos autorizados por las autoridades sanitarias (Pfizer, Moderna, Janssen -una dosis en este caso- o Astrazeneca).

La campaña de vacunación ha sido, sin duda, el gran éxito colectivo de la sociedad valenciana en un año que empezó con la peor oleada del virus por su letalidad (apenas había comenzado la inmunización de los más mayores) y que acaba a lomos de una sexta ola al alza en casos desde noviembre y con el aún incierto escenario de cómo influirá la más contagiosa variante ómicron.

Una última oleada que, según los expertos y los responsables sanitarios, no es comparable a la de finales de 2020 debido a la inmunización del 93 por ciento de la población. Los mayores de 60 años empezaron a recibir una tercera dosis de refuerzo desde mediados de septiembre y también ha comenzado este mes la vacunación de los menores de entre 9 y 11 años para tratar de cortar la gran incidencia de circulación del virus entre los más pequeños.

Pese a que los contagios son un 40 por ciento más respecto a diciembre de 2020, según las cifras de Sanidad, la gravedad de la epidemia es mucho menor comparada con principios del año que dejamos. Unas cifras ilustran la situación: en enero se llegó a casi 4.800 hospitalizados a causa de la covid-19 y en las unidades de cuidados intensivos llegaron a estar 670 personas. Este diciembre los ingresados superaron los 800 enfermos covid, seis veces menos.

Enero también fue el más letal con más de 2.500 muertos, seguido de febrero con 1.371 decesos asignados a su fecha real de defunción. El año se cierra con más de 8.050 fallecimientos a causa del coronavirus.

La vacunación masiva fue avanzando gracias a la llegada de millones de dosis pese a unos inicios de escasez y la paralización de la administración del compuesto de Astrazeneca tras registrarse puntuales casos de trombos. Sanidad abrió, de abril a septiembre, hasta 133 vacunódromos donde se han inyectado más de 5 millones de dosis. Y en paralelo, conforme subía el porcentaje de población inmunizada, se redujo la mortalidad y la tasa de hospitalizados. Según datos del Ministerio de Sanidad, el riesgo de fallecer por covid en personas de 60 a 80 años es 14 veces mayor entre los no vacunados que entre los que recibieron la pauta de inmunización. Y el riesgo de acabar en un hospital se multiplica hasta por 18 sin las dosis contra la covid, tengas la edad que tengas.

Debido a ese avance en la inmunización de la población se fueron poniendo y quitando restricciones y limitaciones sociales al compás de las olas del virus. La resiliencia de los valencianos ante estos vaivenes ha sido de sobresaliente, cumpliendo cada una de las restricciones que tuvieron el aval judicial. El año comenzó tras las fiestas navideñas con toque de queda -terminó en junio tras siete meses- , el cierre perimetral de la Comunitat Valenciana (se levantó en mayo)-, así como el confinamiento de 29 municipios con mayor incidencia del virus. Y el cierre de bares, que se reabrieron en interiores en marzo con la bajada de casos en primavera.

Antes del estío se eliminó la obligatoria mascarilla en exteriores, que volvería a final de año. Pero el verano trajo la quinta ola joven, por los contagios masivos en menores de 30 años debido a que aún no estaban vacunados. Volvieron las restricciones más duras con el cierre del ocio nocturno o la restricción de aforos en la hostelería con solo seis comensales. En agosto se empezó a vacunar también a los adolescentes y se entró en la denominada «nueva normalidad» a partir del 9 d’Octubre, tras celebrarse unas atípicas fallas. Hoy, 2021 se cierra con el pasaporte covid ampliado como requisito para acceder a los bares, cines o gimnasios -el objetivo es dar seguridad para que no entren personas no vacunadas- y con la incógnita de saber cómo afectará la infección con ómicron.