Virginia atiende al teléfono con la voz cansada. Acaba de llegar a casa tras otro largo día de trabajo, aunque la jornada empezó mucho antes para ella. A las 4.30 de la mañana, exactamente. En vísperas de su primera oposición pública, esta mujer de 50 años reconoce que ha tenido que lidiar con muchas dificultades para retomar el hábito de estudiar, pero que también hay ventajas, «como una fuerza de voluntad más firme o un mayor bagaje intelectual». Virginia es una de los tantos valencianos de más de 50 años que ha decidido presentarse a una oposición. Unos lo hacen porque no tienen trabajo; otros lo tienen, pero prefieren abrirse una puerta más segura ante la inestabilidad de su puesto laboral. No se fían y les quedan años por cotizar. Se les conoce como los opositores ‘silver’.

El número de aspirantes a una plaza fija de funcionario público que han superado la cincuentona se ha incrementado en los últimos años. Ya representan el 13,3 %, el doble que antes de la pandemia, según un informe de OpositaTest. «Entre los mayores de 50 años ha aumentado el porcentaje, pero no es algo descomunal. Sí que se nota un aumento mayor de los mayores de 40 años, sobre todo si lo comparamos con los menores de 40, que disminuyen en todos los grupos de edad», explica Patricia Polo, de MasterD, empresa líder de València en preparación de oposiciones.

«Las personas mayores que deciden opositar suelen hacerlo a Correos, Auxiliar Administrativo o Personal de Servicios», afirma Polo. También hay casos de personal sanitario que lleva muchos años encadenando contratos temporales, pero son los menos. Virginia oposita a Administrativo C1. Prefiere dar un nombre simulado y no dar más detalles porque no quiere que en su empresa lo sepan. «Estoy de contable en una empresa de reformas, pero con la inestabilidad de mi sector no estoy tranquila. Si me despidiesen, a mi edad sería muy difícil que me contratase otra empresa. No me puedo permitir quedarme en el paro. Tengo dos hijos estudiando y mi marido está parado. Busco estabilidad», explica antes de darse una ducha, cenar e irse a dormir. Ha de madrugar porque antes de que salga el sol le espera otro largo repaso antes de empezar con los números en el trabajo. Lo de casi todos los días.

Virginia lleva dos años y medio estudiando para esta prueba. «Iba a examinarme hace un año, pero con la pandemia no salieron convocatorias. En el fondo me ha venido bien, porque así he tenido más tiempo», afirma. El 2 de julio es el gran día. «Ahora estoy llegando al momento de máximo cansancio. Llevo tiempo con esto y estoy nerviosa. Sé que me estoy jugando mucho, aunque pienso que si no lo consigo pueden salir más», añade.

Lo que quiere decir Virginia es que es una buena época para presentarse a oposiciones gracias al envejecimiento de la población. Personas mayores estudiando para sustituir a personas (más) mayores, esa es la historia. «Mucha gente se va a jubilar y habrá muchas oposiciones en los próximos años. Pero es duro estar estudiando a esta edad, y eso que a mí me encanta leer, pero a este nivel es muy pesado hacerlo mientras trabajas. Afortunadamente, tengo mucha ayuda en casa de mi marido y de mis hijos. Si fueran pequeños, no podría hacerlo», explica.

El temario de Administrativo C1 al que se presenta es para entrar en la Universitat Politècnica. «No es que sea muy difícil, pero hay muchas leyes, estatutos de las universidades, y en los exámenes tipo tests te lían con cambiar una palabra. Hay que estar muy concentrado en todas las preguntas», explica. «Puedo ver las clases en diferido, ir atrás, revisarlas. Mis monitores me dan mucha moral y, además, son fundamentales las clases de técnicas de estudio. Las reglas nemotécnicas son fundamentales para memorizar este tipo de temarios», apostilla Virginia.

La franja de edad más numerosa de estudiantes de oposición es, como es lógico, de 18 a 25 años. Representan un 41 %, según datos de Master D. El siguiente grupo ya no es el de personas de 25 a 30 años (20 %), sino el de 30 a 40, con casi un 21 %. Los opositores de 40 a 50 ya representan el 14 %.