Alfons Garcia, Valencia

La Universitat de València celebró ayer una jornada de homenaje y reivindicación de la figura del lingüista Carles Salvador (1893-1955), ahora que se cumplen 50 años de su muerte. El filólogo que abrió el programa, el profesor de la Universitat Jaume I de Castelló Vicent Pitarch, se congratuló de la iniciativa y la contrapuso al silencio de las instituciones públicas oficiales en esta efeméride. Ante este panorama, Pitarch -presidente asimismo de la Fundació Carles Salvador- invitó a «mantener vivo el legado» del gramático de Benimaclet, al que definió como «uno de los intelectuales más sólidos y de mayor fuerza moral» del siglo XX en tierras valencianas y que «algunos parece que quieren ocultar ahora».

Pitarch atribuyó a esta «sepultura» institucional (la Acadèmia Valenciana de la Llengua aprobó, no obstante, una declaración de homenaje, como recordó el académico Emili Casanova) que ninguna administración «haya tenido la simple delicadeza» de acordarse del mestre Salvador a lo largo de 2005. El profesor también recordó que la Fundació tiene aparcado el proyecto de convertir su casa paterna en Benassal en un museo interactivo para alumnos porque «no llegan los duros». La vicerrectora de investigación, Maria Josep Cuenca, glosó la persona de Salvador y subrayó la importancia de recordar las figuras del pasado para advertir que «no partimos de cero». «La normativa valenciana está hecha y fijada desde hace mucho tiempo», remarcó. El director de la sede valenciana del Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana (IIFV), Miquel Nicolás, destacó la labor normativizadora de Salvador y su papel en la formación de las generaciones del tardofranquismo a través de los cursos de lengua que promovió en Lo Rat Penat.

Pitarch, por su parte, hizo hincapié en la vigencia del legado de Carles Salvador, del que subrayó también su «papel clave» en la normativización del valenciano. A pesar de sus reticencias iniciales a las Normes de Castelló, que firmó en 1932, sería luego «el primero» en «socializar» esta ortografía, que «aclimataba» la normativa fabriana, dijo, a la realidad valenciana. El profesor lo puso también como «pauta y modelo» en la actualidad por su actitud abierta ante la cultura popular y lo calificó de «uno de los promotores más importantes de la nueva preocupación ecológica» por su interés por el paisaje local.