M. Vázquez, Valencia

-¿Qué pasa en la carretera? Hasta las campañas de la DGT, como la de Semana Santa, parecen ya triviales porque, al final, las estadísticas de muertes se cumplen.

-Por desgracia. En España creemos que el tráfico es un problema de los demás porque son ellos los que hacen las cosas mal, no nosotros. Pensamos que los accidentes son culpa de la carretera, de los vehículos... Mientras no nos convenzamos de que cualquier día nos puede tocar a nosotros, el problema seguirá ahí.

-¿Va a mejorar la situación con el carné por puntos?

-Creo que sí por el impacto psicológico tan profundo que supone, pero luego la gente se insensibilizará de nuevo y habrá que volver a introducir otra medida que impresione... Es así, las medidas en tráfico son como las campañas publicitarias y prueba de ello es lo que ha sucedido con el teléfono móvil: la gente sigue hablando mientras conduce.

-Pero cada vez se usan más manos libres.

-Y son tan nefastos como el móvil por la desatención que provocan en el conductor. El problema es que la educación no ha ido en consonancia con la realidad.

-¿Habría que endurecer las penas?

-Son lo suficientemente duras, el inconveniente es la interpretación. Una imprudencia grave está severamente castigada, pero no hay ninguna condena así porque siempre se reduce a una leve.

-¿Y si hubiese que ir a prisión?

-Las medidas judiciales son las más efectivas, pero tampoco se puede judicializar todo. El problema es que todos, tarde o temprano, podríamos haber tomado unas copas en un momento dado, pero meter en la cárcel a 300.000 personas al año... sería complicado. Una medida muy eficaz es la inmovilización del vehículo, aunque también lleva a lo mismo: ¿dónde metemos 300.000 vehículos?

-Es, ciertamente, un asunto peliagudo, como el del crimen organizado, a pesar de que oyendo a algunos políticos parece que sea un fenómeno de ayer cuando, en realidad, en la Comunitat se dan asaltos a viviendas desde hace años. ¿Acaso no les informan?

- (Sonríe) No es un problema nuevo. Ya desde hace más de diez años Torrevieja tenía más delitos que toda Castilla y León. No es que yo vaya a decir que la inmigración es un factor en el incremento de la delincuencia, sino que lo que ha ocurrido es que han importado sus métodos delincuenciales y aquí no estábamos acostumbrados a esa criminalidad.

-¿Ayudaría la seguridad privada? Tras el robo a los Ferri, algunos alcaldes plantearon esta posibilidad.

-Todo lo que sea incrementar la seguridad, sea privada o sea pública, es necesario, pero cada uno en su campo, ya que este tipo de seguridad tiene un área de actuación restringida. Lo que está claro es que ayudan muchísimo, sobre todo a la sensación subjetiva de seguridad que tenga el ciudadano.

-Pero con la llegada de los nuevos guardias civiles se supone que eso ya está solucionado...

-Es importante, pero no se puede simplificar tanto. La seguridad no es un problema sólo de cuántos guardias hay, es un círculo muy amplio el que participan la sociedad, las autoridades judiciales y políticas, la reforma de las leyes...

-Al menos habrán cubierto las bajas, ya que se habla de 750 agentes fuera de servicio en Valencia.

-No es cierto. Actualmente tenemos unas 300 personas de baja, un 40% por motivos psicológicos.

-Es un porcentaje muy elevado.

-Esta situación no es nada nuevo en la sociedad y, desde luego, no es peculiar de la Guardia Civil.

-Las condiciones en las que viven y trabajan los agentes son últimamente una prioridad.

-Es cierto. Hay un planteamiento en este sentido elaborado con el nuevo director y es también uno de mis objetivos fundamentales. En Valencia, lo óptimo sería unificar los cuatro acuartelamientos que tenemos en la ciudad, pero eso son inversiones de alto coste.

-Bueno, Camps anunció hace poco que el Consell financiará esas construcciones si hace falta.

-Pues nos gustaría que así fuese, claro que sí. Todo lo que venga, bienvenido sea.