J. Sierra, Valencia

Un juguete, una pila. Y si es de botón mejor. Ocupan menos, duran más y permiten dotar de energía a más y más dispositivos: luces y sonidos capaces de anestesiar a cualquier niño en la misma medida que alteran el ajeno mundo de los adultos próximos.

El desembarco masivo de pilas botón en el mundo del juguete plantea, además de los consabidos problemas para dotar de un reciclaje adecuado a estos dispositivos, incertidumbres en materia de seguridad para los niños.

En este sentido, las recomendaciones de la Asociación de Investigación de la Industria del Juguete (AIJU) van por un lado y el mercado, a veces, por otro. Así, el instituto valenciano edita cada año una guía en la que se recomienda «estimular la creatividad, la imaginación o cualquier otro aspecto de la personalidad del niño» y apoya la adquisición de juegos o juguetes «que conviertan al niño en protagonista».

Sin embargo, y cada vez más frecuentemente, y también para edades más tempranas, el verdadero protagonista es «lo que hace el juguete», alimentado, claro, por una o varias pilas, lo que plantea un problema de seguridad industrial de consecuencias dramáticas en el hogar si se produce la ingesta de estos elementos.

Precauciones

Dicen los técnicos de AIJU que la primera precaución que se debe adoptar es comprobar que el embalaje-si no se encuentra en el propio juguete-, lleva el símbolo CE, «garantía» de que es conforme a la directiva de seguridad de la Unión Europea. El reglamento europeo es muy riguroso para evitar cortocircuitos, descargas o calentamientos que pueden provocar un incendio, aunque no detalla mucho sobre dónde y de qué modo deben estar blindadas las pequeñas pilas botón para que un niño no pueda acceder a las mismas, tanto en el funcionamiento normal del juguete, como cuando se rompe o sufre algún tipo de deterioro.

Además, en el mercado aparecen constantemente productos de Lejano Oriente en los que figura dicho anagrama falsificado. Los fabricantes valencianos de juguetes denuncian que las aduanas europeas son «auténtico coladero» de juguetes que no cumplen las normativas y que proceden mayoritariamente de países asiáticos. El pasado año, más de 70.000 juguetes fueron retirados por ser peligrosos par los niños.

Sólo entre enero y noviembre de 2006, los servicios de inspección del Instituto Nacional de Consumo, casi siempre a instancias de las comunidades autónomas o mediante «Alertas» que tienen ámbito europeo enviaron 422 juguetes al Centro de Investigación y Control de Calidad por existir «sospechas» de posibles incumplimientos de la normativa de seguridad, según explicó la directora de Consumo y Atención al Ciudadano del Ministerio de Sanidad, Ángeles Heras.

En en la lista de éxitos como juguetes peligrosos figuraban dos modelos de teléfono móvil simulado retirados por el riesgo de asfixia y por su fácil acceso a las pilas botón.

El problema tiene, además, una vertiente económica y de futuro. El programa Noemi (Nuevas oportunidades Empresariales Mediante Investigación) de la Conselleria de Empresa, Universidad y Ciencia, incluye una línea destinada a «desarrollar un prototipo funcional de dispositivo de alimentación energética de aplicación en el sector juguetero.. que sean medioambientalmente respetuosos y que no afecten a la salud pública». Quien lo logre será un hombre rico y los niños, quizá, habrán ganado en seguridad.