Alfons Garcia, Valencia

El nombre Borguese suena a cualquiera que haya pasado por Roma: los jardines, el museo, el palacio Borghese (sede de la embajada de España)É La heredera del ilustre apellido es la princesa Alessandra Borghese (Roma, 1963), vaticanista y autora de un puñado de libros religiosos de éxito en Europa. Los últimos días ha estado en Valencia para descansar y presentar el último de ellos, Tras las huellas de Joseph Ratzinger (Libros Libres), en la Universidad CEU-Cardenal Herrera. Hoy y mañana hará lo mismo en Madrid y Barcelona.

La aristócrata y periodista es conocida por su conversión a la fe católica hace diez años. De la vida alegre pasó a seguir a rajatabla los preceptos de la Iglesia de Roma. Asegura que no hubo ningún hecho especial para el cambio. Simplemente, llegó el momento de mirar adentro. «Era conformista. Pensaba que la Iglesia era cosa de ayer y que la libertad estaba fuera de lo religioso. Lo moderno era ir contra todo. Ahora he encontrado la fe, que da verdadero sentido a la vida y no quita nada. Soy muy afortunada por haber podido parar y mirarme adentro. Ahora soy una mujer verdaderamente libre», explica.

La princesa Borghese tiene el privilegio de haber conocido bastante bien a Ratzinger antes de ser Benedicto XVI. «El amigo cardenal» con el que había dialogado y comido fue hecho Papa, relata. No estaba en su programa de vida, asegura, pero «Dios lo quiso».

Habla con afecto de él: «Me gusta su manera de pensar, de exponer la teología de forma simple». Más que introvertido, lo define como un «estudioso reservado». Es «muy alemán». «Los latinos -reflexiona- somos más abiertos, tenemos que estar en la calle, pero él es más casero, prefiere tocar el piano en su residencia de verano. Es una cuestión de actitud».

Dice que es «extremadamante amable, lleno de cariño. Te mira directo a los ojos y te hace sentir importante». Es menos espectacular que Juan Pablo II, pero, «como romana, le digo que nunca las audiencias y los ángelus han estado tan llenos», apostilla.

Se dice de él que es conservador y ortodoxo, pero Borghese lo ve sobre todo como «una continuidad de Juan Pablo II. Igual que él, no está abierto a cambios. Doctrinalmente es una continuación, no dice nada diferente».

Por lo pronto ha abierto la puerta a la misa en latín, en contra de las ideas del Concilio Vaticano II y la princesa lo defiende: «La liturgia es fundamental para mostrar el misterio de la fe. Ayer (por el lunes) estuve en la Catedral y el sacerdote hizo una misa rápidaÉ»

Alessandra Borguese también se alinea con la jerarquía al defender que la Iglesia debe participar en la vida pública, un debate potente en Italia y España. «La Iglesia tiene una importante voz ética y moral», asevera. No se trata de hacer política, explica, pero sí de tener interés en lo político.