Rafel Montaner.

Valencia

Este 2008, al igual que hace dos siglos, volverán a resonar por las calles de Valencia los gritos de aquel humilde palleter que el 23 de mayo de 1808 declaraba la guerra a los 2.000 soldados de Napoleón que, al mando del mariscal Moncey, sitiaban el. Aquel gesto, glorificado por algunos como el Dos de Mayo valenciano, se ha convertido con el paso de los años en uno de uno de los momentos más épicos del imaginario patrio.

Sin embargo, el guión oficial que nos ha llegado de aquella unánime resistencia del pueblo valenciano frente al invasor extranjero no coincide con la historia real. La memoria colectiva ocultó convenientemente debajo de la alfombra del tiempo algunos de aquellos renglones que desmontaban el mito del Palleter.

El profesor del Departament de Geografia de la Universitat de València, Josep Vicent Boira, el mismo que encontró hace poco en un archivo de París los mapas del Palacio Real de Valencia, ha recuperado ahora un documento casi desconocido que demuestra «lo delgada que fue la línea entre traidores y patriotas, entre el colaboracionismo y la resistencia al Francés», durante aquellos 18 meses en que Valencia fue una pieza más del tablero de ajedrez privado del Bonaparte.

Se trata de un manifiesto de 84 páginas publicado en 1813 por el arquitecto y académico de Bellas Artes de San Carlos, Juan Bautista La-Corte, para defenderse de persecución pública y judicial a la que fue sometido tras ser acusado de afrancesado por sus propios compañeros de Academia.

Más allá de la obligación. Este documento ignorado, que llevaba décadas olvidado en una caja del Departament de Geografia donde se guardan folletos de difícil clasificación, según Boira, «certifica, especifica y detalla la colaboración de toda la clase intelectual de la ciudad de Valencia -pintores, arquitectos, escultores, grabadores...- representada en la Academia de Bellas Artes de San Carlos con el "enemigo" durante la ocupación francesa más allá de la obediencia debida a la potencia invasora».

La vida de La-Corte que ha reconstruido Boira con la paciencia de un orfebre es una historia de celos, envidia y venganzas que comenzaron desde el mismo momento que este arquitecto murciano puso el pie en Valencia en 1800. Bajo la protección de las autoridades que gobernaban la ciudad empieza a recibir trabajos importantes «como la dirección de obras de la plaza de toros de la ciudad, ya desaparecida, o la construcción de la Puerta del Real, cuya replica ocupa ahora la plaza de la Porta de la Mar, lo que despertó el recelo inmediato de los arquitectos valencianos».

El odio que genero entre sus colegas el rápido ascenso social y profesional del murciano a la sombra del poder, que le llevó a ser nombrado teniente director de Arquitectura de la Academia poco después de 1801, «explica todo lo que vino después», aclara el geógrafo.

Las cosas empeoraron para La-Corte tras la retirada de las tropas del mariscal Suchet de la ciudad el 5 de julio de 1813, cuando se convirtió en el único académico de San Carlos que fue sometido a un proceso de purificación por colaboracionista. La furia ante tal persecución le llevó a publicar su manifiesto «al pueblo español», en el que revela que todos los académicos trabajaron para los franceses tanto o más que él.

Proceso de «purificación». «Gracias al documento de La-Corte -continua Boira-, podemos reconstruir de forma minuciosa la trayectoria afrancesada de los más prestigiosos intelectuales valencianos de aquella época, como los directores de arquitectura y pintura de la Academia, Vicente Marzo y Vicente López, o el pintor de cámara Manuel Camarón».

Así, Marzo, el principal instigador del proceso contra La-Corte, trabajó con el murciano en el traslado de la Aduana -que entonces estaba en el edificio histórico de la Audiencia de Valencia- al Palau del Temple y en los estudios para convertir el Colegio de San Pio V en Palacio Real para José I. López, por su parte, pintó varios retratos del mariscal Suchet, el conquistador de Valencia, y de su familia. Camarón se encargó de inmortalizar al gobernador del cap i casal, el barón de Mazzuchelli en su casa de recreo.

Boira llevara su estudio del manifiesto de La-Corte a las V sobre Historia de la Ciudad que organiza el Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia en una conferencia que bajo el título ¿Traidores o patriotas? Arquitectura, ciudad y poder en la Valencia de 1808 impartirá el próximo jueves 28.