No había música, pero los fotógrafos desfilaron durante buena parte del día. La última sesión del que fue considerado como uno de los «templos» de la noche (y también las tardes) valencianos se convirtió en un halo de añoranzas de aquellos que alguna vez dejaron allí sus bailes y, tal vez, algún que otro ligoteo. Las excavadoras comenzaron el pasado martes a derribar la mítica discoteca Arabesco, en San Antonio de Benagéber, para construir allí próximamente un supermercado y una cadena de restauración de comida rápida. Los recuerdos de aquella época de los que fueron sus clientes comenzaron ayer mismo a fluir tras conocer la noticia.

Desde principios de los años 90 hasta marzo de 2007, y bajo los nombres de Arabesco y al final de sus tiempos, Queen y Space, miles y miles de valencianos pasaron sus noches de ocio en alguna de sus tres pistas, su terraza o su aparcamiento. «Había tres salas, en una ponían música comercial, en otra pachangueo y en otra algo así como techno», explica Manolo, de Quart de Poblet, que asegura que iba «casi todos los domingos» y que incluso su hermano se casó allí. Además de discoteca, también funcionaba como salón de banquetes de bodas. «También había un escenario, las que habré liado allí», rememora.

Pero si hay algo en lo que coinciden gran parte de sus fieles es en el autobús que los llevaba. Este servicio de autocar hilvanó a toda la comarca de l´Horta Sud y València para que sus vecinos pudieran llegar hasta las fauces de Arabesco. Tenía paradas en Torrent, Aldaia, Alaquàs, el Barrio del Cristo, Quart de Poblet, Xirivella, Mislata, Manises, Paterna y València, entre otros. «Costaba 50 pesetas. Mucha gente del área metropolitana iba allí con él», señala Alfredo, de Torrent, que recuerda que «si querías alargar la fiesta, puede que no tuvieras plaza en el último y te tenías que buscar la vida porque estabas en medio de la nada». «Había colas para subir al autobús para volver, pero yo recuerdo cómo estábamos al sol completamente mudados y con el olor todavía a paella mientras lo esperábamos a la ida», incide Manolo. Las fiestas empezaban a primera hora de la tarde. «Eran jornadas maratonianas con sesiones larguísimas», recuerda Carlos, de Alzira. «Allí acababan también muchas bodas», añade Toñi, de Quart.

Una vez allí, los había que disfrutaban de la música, sobre todo del DJ José Coll, que se convirtió en uno de los principales referentes de la discoteca. Pero también había quien tenía otros objetivos, y Arabesco también estaba preparado para ello. «Había una zona de sofás muy oscura que se llenaba de parejitas que iban a magrearse», confiesa Josep, de Poble Nou. «Era una discoteca más para ligar que para bailar», resume.

Ahora no servirá ni para una cosa ni para otra. Un supermercado de la cadena Family Cash y un restaurante de comida rápida ocuparán su lugar a finales de este mismo año o a principio del que viene. Después de diez años de inactividad y deterioro, Arabesco ha pasado finalmente a una nueva vida.