«Recuerdo los gritos del cochinillo en el día de la matanza y cómo mi madre se encargaba, después, de hacer el embutido para juntar a familia, vecinos y amigos alrededor de la mesa. Sin ellas esta fiesta no existiría, pero sin esta feria la tradición habría muerto», explicaba ayer Concepción Alcaide, vicepresidenta de la Asociación de Amas de casa, en la Muestra del Embutido Artesano y de calidad de Requena.

Y es que más de cuatro mil vecinos y visitantes (según las previsiones del Ayuntamiento de Requena) celebraban las bodas de plata de esta feria de tradición requenense en el recinto ferial del pueblo. Una promoción gastronómica que abría sus puertas el viernes y que pone hoy el broche final con un amplio programa de actividades como los showcookings de chefs valencianos (espectáculos de cocina en vivo), catas de café, aceite, queso y vino.

José Camilo Chirivella, concejal de Comercio y teniente alcalde de Requena, contaba que esta era, sin lugar a dudas, la edición «más innovadora» de todas las celebradas hasta ahora. Y es que a la fusión del sabor tradicional de las degustaciones con los ingredientes más innovadores se unía también una zona con exhibiciones teatrales.

Las trabajadoras de la Carnicería Mariluz son las grandes «fundadoras de esta feria», o así se definían. Ellas, Pilar Pedrón, Nati Pérez y Tere Pedrón empezaron a promover sus productos cuando la feria aún se celebraba en la Plaza del Mercader. «El ayuntamiento se encargaba de montar una gran carpa donde cupiésemos todos, pero el frío que pasábamos era terrible», contaron. Así, celebraron tanto que hace cinco años la muestra se trasladase al recinto, como que esta festividad durase ya más de veinte años. Y es que «25 años de feria son 25 años de experiencia acumulada», decía Mario Sánchez, alcalde de Requena.

«La feria del embutido mantiene viva la tradición», explicó Raúl Navarro. Su bodega lleva en pie tres generaciones. «Un linaje de 100 años», explicó, que sin la promoción que da la muestra «no sería posible».

Asimismo, con la entrada al recinto, los visitantes podían visitar el patrimonio cultural de Requena. Sin embargo, asistentes como Paco Rosalén, Voro Puchalt y Antonio Aguilar pensaban, mientras, en cambiar su entrada al museo por un vino más, decían entre risas. Los tres venían de Silla y era la primera vez que se acercaban a la feria, pero todos coincidían en que esta era una «manera estupenda» de poner Requena en el mapa. «A los españoles se les conquista por su estómago», decían. Aunque a asistentes como las hermanas Yaiza y Ainhoa Lozano que esta festividad se celebre una vez al año se les queda corto.

Y es que la tradición brotaba por cada uno de los rincones del recinto. Pedro Roldán había acudido junto a su mujer Encarna Pascual y su hijo Mario por segunda vez consecutiva porque, reconocía, «mis raíces están en Villarrobledo y los embutidos son tan parecidos que los recuerdos de mi infancia llegan con ellos».

Innovación en las bodas de plata

Ayer tenían lugar dos de los cuatro espectáculos de cocina en vivo. El primero de ellos llegaba de la mano de Juan Carlos Exojo, chef del restaurante Julio Verne de València, que preparará un bocadillo de pan frito con panceta cocinada a baja temperatura. A las siete de la tarde era el turno de Carlos Cervera, restaurador de El Yantar de Venta del Moro (València) y sus dos versiones de ajo arriero.

El repostero Mario Padial, colaborador de varios restaurantes con estrella Michelín, participará hoy en la muestra con un trampantojo: un postre dulce con apariencia de embutido. Mientras, a las dos del mediodía, el requenense Óscar Montés cocinará un surtido de snacks de Requena.

En la feria también se sucedieron las catas. La de aceite de oliva, que dirigió el puesto ecológico «Oli-Oli»; la de quesos, de la mano de «Hoya de la Iglesia»; y una cata de vino tinto organizado por la bodega «Denominación de Origen Utiel-Requena». Por su parte, «Cafes Reke» quiso dirigir una masterclass en la que enseñar a los asistentes las técnicas pertinentes para la detección de los distintos aromas del café.