La pena es que se acabe la liga porque «nos sale todo». Eso me dijo el otro día Dani Gómez, autor de uno de los cuatro goles (impensable) del equipo ante el campeón de liga, el Nàstic. Los hay quien, cuando les dices el resultado y comentas los goles, te dicen al segundo, que el Nàstic «no metió el pie», que «no quisieron arriesgar», tratando así de quitarle méritos a lo del Olímpic. El Bayern jugó bien hasta que apareció Messi. El Nàstic controló el partido hasta que le fueron cayendo los goles, y buenos goles.
No hace tanto, aunque para muchos fue casi en la prehistoria, el Olímpic tenía problemas con el gol, no marcaba. En los últimos partidos es todo lo contrario: máxima efectividad en las ocasiones creadas. Esta temporada los de Xàtiva todavía no le habían marcado cuatro goles a nadie, y se los han marcado al campeón de liga.
Los goles, las victorias, ratifican esa madurez que ha alcanzado el equipo, y sus jugadores de manera individual, en estos momentos. Algo tendrán que ver los 32 partidos en los que ha participado hasta ahora Valiente, los también 32 de Dani Gómez, o los 31 de Rangel. Veteranos y noveles en la categoría, juntos.
La pena es que la liga se acabe ya. Los que hemos bajado a la Murta hemos disfrutado en los últimos partidos: por el resultado y por el juego. Hemos salido orgullosos del grupo, de ese «grupo» que es la mejor virtud del equipo. La pena es que la liga se acabe ya y no tengamos claro el futuro. No es nuevo, por ahí, por la incertidumbre, ya ha pasado el club muchas veces. La pena es que para una vez que acabamos como un cohete no tengamos combustible suficiente para continuar así la próxima temporada. Dicen algunos que la segunda B no es la categoría del Olímpic. Visto lo visto lo es, y, personalmente, me gusta que lo sea.
