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Gentes de Xàtiva: M.ª Luisa

uisa García Carreres, cuidadora, mujer entera, alegre, vital, generosa. Creyente de lo bueno y de la Inmaculada, vive entre brillos y umbrías, como todos, y también según donde le paren a uno. Pequeña rubia, delgada, abierta, soñadora, me habla de la gente que nada tiene y que ha de pedir. Padre granadino y madre francesa, por abuela emigrada, republicanos. Mª Luisa fue criada en Xàtiva, en la Inmaculada, por monjas amigas. No le gustaba estudiar, en las horas de matemáticas hacía fechorías como pellizcar a alguna adrede para que la castigaran al patio. La madre superiora dijo, "pues a cuidar a Rafa y a Eulogio que están enfermos". La enseñaron a pinchar con 10 años. A Vicente le gustaba Loles Borreguero, se veían desde las rejas que separaban el muro del patio de Bruschetti. Sor Clotilde pellizcaba y la ponía morada. Sor Dolores, que aún vive, empequeñecida y combada en silla de ruedas; de ojos marrones, pequeños, dulces, con cara de mal genio pero sin tenerlo: atendía a más de 50 internos en el comedor, dándoles más comida de la cuenta, les duchaba y no les faltaba merienda ni aseo. Las monjas les hacían regalos; ropa, zapatos, muñecas de porcelanas, iba bien vestida. Gracias a ellas es quien es. Ya de pequeña le gustaba ayudar, se acerca a una vieja cargada: "Deje, ya la acompaño yo", recibía dos reales o una peseta. Con sus hijos a cuestas va a la vendimia en Barcelona, trabaja con los ojos puestos en los hijos dispuestos en capazos de naranjas. En Xàtiva, en el almacén Manuel Lorente, "Injertos la Vara", entre más de cien mujeres, ella es la "guilopeta"; mote cariñoso que le adjudica don Manuel. Por confianza le da más trabajo y dinero que a nadie. Sus hijos, seis, se criaron allí; en grandes cajones de injertos, al calor de un carbón dentro de un bote de tomate. También eran los nietos de Don Manuel. Habla con humor de que hubiera sido borracha o drogadicta, con cuatro perros por ahí, no es la única, de no ser por sus hijos, por la vida que le daban "los próceres" de sus hijos, y la falta de apoyos familiares. Su madre, a quien adora, le daba las sobras de sopa de fideos, de guisados o huevo: "¡Si no las quieres no se lo doy a los perros!" Hay que ayudar a la gente pobre, para que sean mejores, y no tengan que robar y conseguir en los contenedores. Les cortan la luz, el agua, los desahucian porque no tienen cultura, están muy castigados, y no saben discernir políticas ni conveniencias. Viven por vivir, como comen y duermen porque han de hacerlo, porque sí. Le gusta bailar y cantar, la broma, aunque no ha ido a discotecas ahora. "Tengo el carácter muy fuerte," dice, aunque escondido. Soy testigo de que levanta a mi madre como Popeye, como la llama ella.

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