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xàtiva en el verano de 1915

En el verano de hace cien años, la guerra fue la protagonista. Italia, Bulgaria y Rumania se sumaban a la I Guerra Mundial para arrancarle territorios a los imperios austrohúngaro y otomano, mientras Canals y Xàtiva se liaban a pedradas para adueñarse del agua de las acequias de un río dels Sants que no daba para regar tanto. Gonzalo Viñes intentaba mediar entre aquellos egoístas, y exponía que ante la falta de solidaridad lo mejor era abrir pozos, que explotasen el rico acuífero de la Costera, en esa obsesión por transformar secanos en regadíos, y más cuando las subsistencias se iban a pagar a buen precio en un mercado internacional marcado por la coyuntura bélica. Solamente la erradicación de la codicia podría poner fin a las guerras de cualquier índole. Las producciones agrícolas locales de arroz y naranjas deseaban que el estado los defendiera fletando buenos barcos, mejores ferrocarriles y se actuase contra los aranceles proteccionistas de los vecinos europeos. La exportación se mostraba receptiva ante unos mercados ávidos de cereales y frutas que vinieran a satisfacer las necesidades de un conflicto mundial que se preveía iba a ser largo, y por si acaso los arroceros setabenses se sindicaban junto a los valencianos para sacar tajada de una guerra, vendiendo al alza ante una demanda insaciable para abastecer las trincheras europeas. La ahora denominada Gran Guerra, se convertía en el pasatiempo popular, de una España neutral, y Xàtiva se dividía entre francófilos y germanófilos, cuyas preferencias cambiaban según las viandas que compraran a España.

Un cansado José Romero, líder del partido conservador más preocupado en apaciguar las iras de los correligionarios de Canals, como Rubén Colomer, cedía el bastón de mando a Bellver Pelegero, que ayudaba a las nacientes cooperativas locales a salir a adelante: que si plazas de toros, casas baratas, y la de la electricidad, para que se acabase con un fluido a gas, siempre caro e irregular. Se veía que el futuro estaba en aquella novedosa fuente de energía, motor de una segunda revolución industrial tan pujante como desconocida. Aunque pronto los grandes capitalistas madrileños se encargarían de fagocitar las empresas eléctricas setabenses como Serra y Ramírez, y convertir el progreso en un gigantesco monopolio en manos de Hidroeléctrica Española. La corriente eléctrica daría nueva vida a la ciudad, iluminando calles, alimentando motores, y renovando la fe espiritualista, al fomentar la creencia en el más allá, y en las energías invisibles, haciendo creer que los muertos se podían comunicar con los vivos mediante impulsos telegráficos.

Llegaba a Xàtiva también la automoción, cuyos coches entraban en competencia con los motores de sangre, y el nuevo alcalde recibía quejas para que los autos no circulasen de noche, ya que con sus faros deslumbraban a las aún abundantes caballerías. Pero muchos supieron adaptarse a los nuevos tiempos, y así los Torregrosa cambiaronla tartana y la jardinera por el auto. Mientras los teléfonos convivían con el telégrafo, y los teatros se convertían en cines, o en dos cosas al mismo tiempo, alternado largometrajes con espectáculos de variedades. Así el Salón Setabense, el Teatro del León o el Teatro del Círculo Católico, seguirían esta tendencia marcada por el nuevo progreso tecnológico. Por otro lado, la generosidad de Carmen Pérez en pro de la restauración de la fuente de los 25 caños generaba fuertes dudas. No se criticaba su altruismo, sino el mal gusto de su restaurador, el arquitecto Emilio Ferrer. Al igual que tampoco era fiable el agua que corría por sus aberturas, ya que se recomendaba beberla después de hervirla, por si acaso. Fue la insalubridad del agua, y la necesidad de un moderno alcantarillado, el gran caballo de batalla de una efímera corporación municipal Y para defender la salubridad privada, Ricardo Sanz patrocinaba conferencias en la destilería del Carmen, donde los sábados se podría escuchar a eruditos conferenciantes explicar hábitos de vida saludable, desde la necesidad del ejercicio para erradicar la gordura, los nefastos efectos del tabaquismo sobre las vías respiratorias, hasta la importancia de la defensa de la naturaleza.

Los primeros grandes avances. En la Fira de aquel año los Exploradores Valencianos, y su recién fundado movimiento escultista local se presentaron en sociedad con un gran desfile gimnástico en el Real de la Feria, seguido de una exposición de trabajos manuales realizados por sus jóvenes castores.Se elogió también en aquel verano la obra realizada en toda Valencia por el diputado liberal de raíces setabenses, precursor en España de los patronatos de las sociedades constructoras de casas para los obreros, e instigador de la legislación nacional de las Casas Baratas, Ramón de Castro. Recibió la Gran Cruz de la Beneficencia, por su proyecto para que todo el mundo pudiera tener una vivienda digna financiada con las aportaciones de los trabajadores, y el apoyo estatal, sin necesidad de avales, préstamos ni hipotecas. En fin, se podría decir que hace un siglo, se abrió la veda del progreso tecnológico en una carrera que se intensifica cada día más, y nos hace cada día más dependientes de la misma. Así en cuestiones como la electricidad o la automoción avanzamos a pasos agigantados, mientras que en la cuestión de la vivienda vamos hacia atrás.

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