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Cien días entre rosas y espinas

Se cumplen los cien días de mieles para el gobierno de Jorge Rodríguez en Ontinyent. Máxime cuando la oposición está missing, digo la del PP. Porqué si alguien ha ejercido de oposición ese ha sido el portavoz y exsocio, el representante de Compromís, Joan Gilabert, ya que el otro, sin ataduras de jornada completa, anda como descomprometido. De Gilabert compete también decir que aunque su oposición ha sido amable, en general, ha primado su tarea con propuestas dirigidas al bien común. La representante de IU, Paula García, tampoco les ha tosido en alto, realizando una labor más bien colaboracionista. Así que el PSOE ontinyentí nada de panxeta, con el añadido de la mayoría de medios de comunicación locales postrados a los pies de su tan temida «mayoría absoluta», al menos así se aventó desde la dirección de un periódico ontinyentí antes del 24 M, el mismo que hoy practica el botafumeiro, esparciendo incienso, o lo que es lo mismo, no mordiendo a la mano que les da de comer. Con lo que se puede decir que Rodríguez navega a toda vela en aguas en calma chicha.

¿Quiere decir que el gobierno de Rodríguez anda flanqueado de rosas sin espinas? Pues no. Afortunadamente para la pluralidad, y aunque sea desde una trinchera como la revista vecinal del Llombo —y alguna tribuna más—, la necesaria salud democrática, una de cuyas vitaminas nutrientes es la pluralidad, aún respira bocanadas de libertad.

Dicho lo cual, en el día a día del gobierno de Rodríguez cabe resaltar que esta ha estado marcada por su elección como presidente de la Diputación. Una coyuntura inopinable antes del 24M, y que a posteriori ha obligado a resituarse al propio Rodríguez, multiplicándose hasta lograr que su presencia física en Ontinyent siga situada en máximos. Ya contabiliza más de una reunión de trabajo por mes con algún conseller con resultados fructíferos. Y aunque la época de las inversiones hipnóticas ya pasó, también es verdad que desde la prudencia se nota que en las distancias cortas no paran de sumar. En la rotonda de Torrefiel o la apertura de la residencia de discapacitados ya se han dado pasos para que, más pronto que tarde, vean la luz.

Pero aunque pase de puntillas, J. Rodríguez también tiene que pechar con espinitas. Entre ellas la cultura, que pese hasta que se vea el presupuesto del próximo año (que es cuando se destapará), y al anuncio de sumar 50.000 euros más para el último trimestre, esta área sigue siendo una asignatura que se le resiste. Es sintomático y se retrata, abundando en el desinterés cultural de Rodríguez, que en su faceta de presidente de la Diputación no le haya dedicado ni cinco minutos a visitar la excelente y singular exposición acerca del Mediterráneo en el MUVIM, del laureado fotógrafo ontinyentí Xavier Mollà, favorito del ilustrado ontinyentí Vicent Ll. Montés mientras vivió. Otra asignatura pendiente es la de reducción o reubicación de personal del ayuntamiento. Quizás, uno de los casos más chirriantes y de mayor costo para las arcas municipales sea el fichaje estrella para la Policía Local que se realizó bajo ese gobierno que ataba los perros con longanizas y que presidia la popular Lina Insa. Tampoco salen bien librados en cuestiones que atañen a la Mancomunitat. Por no seguir en la priorización urbanizadora de la calle M. Valls?

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