Los investigadores valencianos Lorenzo Hernández Guardiola, Albert Ferrer Orts, María José López Azorín y Josep-Marí Gómez Lozano han tardado casi una década en desvelar la personalidad del pintor de Montesa Gaspar Requena, un autor cuyo nombre era hasta hace poco desconocido aunque se le atribuían diversas obras, como el retablo de San Fabián, San Sebastián y San Roque de la parroquial montesina de la Asunción, su única obra datada con precisión (1559). A pesar de que se le asignaban diversos nombres tales como Maestro de la Merced, Discípulo joanesco de Montesa o Maestro joanesco de Montesa, su figura, rescatada en el libro Gaspar Requena, pintor valenciano del Renacimiento, era un completo enigma.
El historiador del arte Josep-Lluís Cebrián i Molina y el cronista de Xàtiva Agustí Ventura fueron quiénes hace alrededor de dos décadas más se acercaron a su identificación, el primero al relacionar una serie de obras a su quehacer desconociendo su nombre y el segundo al atribuir a Requena una miniatura en el Archivo Histórico de la Colegiata. A estas aproximaciones se sumó el entonces director del Museo de Bellas Artes de Valencia, Fernando Benito, aunque ignorando sus respectivos trabajos. La biografía y la consiguiente fortuna artística de Gaspar Requena y su familia pudo quedar resuelta en parte si el Barón de Alcahalí hubiera interpretado correctamente la documentación a la que tuvo acceso en las postrimerías del siglo XIX, pero la confusión de sus argumentos y conclusiones hizo que ambas quedaran postergadas hasta que el mencionado Benito las retomó erróneamente, dando pie a una serie de hipótesis hoy rechazadas o matizadas por el trabajo en equipo de los autores mencionados.
Gaspar Requena fue, sin duda, un activo colaborador en el taller de los Macip, amigo de Joan de Joanes —el más excelso pintor del Renacimiento español— y maestro de un taller familiar con personalidad propia y definida. De hecho, junto con Nicolás Borrás, Jerónimo de Córdoba, Onofre Falcó, Nicolás Factor, Miguel Joan Porta, los Llorens, Vicente Macip Comes y otros colegas contemporáneos prolongaron lo que se ha venido a denominar joanesco y que tanta fortuna tendría durante toda la centuria.
La obra recoge más de 60 pinturas esparcidas por la C. Valenciana, España y el extranjero o desafortunadamente desaparecidas, editadas a color por la Editorial Ulleye (Xàtiva), acompañadas de un catálogo razonad, la biografía de Requena y diversos apéndices.
Presentado por toda España
El estudio se convierte de este modo en pieza angular para poder conocer e interpretar mejor la pintura valenciana del Renacimiento, así como su análisis en indispensable para encarar la magna obra de Joan de Joanes (c. 1505/10-1579), todavía no abordada como merece el hijo de Vicente Macip, cuyo genio creativo tanto influyó en el devenir de la pintura de su tiempo.
Presentado el pasado 31 de julio en Montesa y el 4 de agosto en Xàtiva, a partir de septiembre la editorial piensa seguir dando a conocer esta importante contribución artística en la Universitat de València, el Museo de Bellas Artes de la capital y el Museo del Prado. Un título que se suma a las más de cuarenta obras editadas por Ulleye desde 2005, principalmente sobre temas de la Costera y las comarcas centrales.
