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«Hay que lanzar leña a la hoguera de la fe»

José Canet, nuevo abad de la Colegiata, explica sus primeras medidas ? Hoy se inviste como canónigo a Juan Antonio Agud

«Hay que lanzar leña a la hoguera de la fe»

José Canet Canet (Llutxent, 1949) ya cuenta sus días como nuevo abad de la Colegiata de Xàtiva. El pasado sábado recibió en la Basílica de la Seo, a manos del cardenal arzobispo de Valencia Antonio Cañizares, la mitra, el báculo y el anillo que simbolizan su nuevo cargo eclesiástico. Pero esta nueva aventura, en la que sustituirá a Arturo Climent Bonafé —abad de Xàtiva durante veinte años—, viene amparada por su larga trayectoria. José Canet fue ordenado sacerdote en 1973 en Salamanca, donde cursó sus estudios de Teología. Desde entonces ha sido vicario, párroco, arcipreste e incluso director de un colegio diocesano.

Ahora llega a la capital de la Costera, y aunque no lo esperaba, reconoce que siempre tuvo una premonición: «Siempre he llevado conmigo un libro que habla de Xàtiva, la ciudad de la que me quedé prendado cuando vine al seminario Menor». En sus primeros paseos por la ciudad, el nuevo abad saborea la nostalgia de su infancia y sospesa las exigencias de su nuevo cargo. «Supone una enorme responsabilidad, por el enorme patrimonio que tiene la Colegiata». Patrimonio en el que prioriza la finalización del Palacio de la Ardiaca. «Estamos pendientes de una subvención de la Diputación. Eso es lo más inmediato, porque todavía no se ha terminado». Aunque Canet asegura que no viene con aires de revolución. «Vengo a Xàtiva como un eslabón más de una cadena que tiene mucha historia. No vengo a romper nada de lo ya establecido, sino a asomarme a esa corriente de vida cristiana que existe». Se considera un amante de la lectura por su formación, pero matiza que eso no significa que le guste encerrarse entre libros. «Me gusta el contacto con la gente. Te permite conocer sus preocupaciones, y eso es lo que voy a intentar hacer».

También ha hablado de los canónigos que le acompañarán. «Don José Estellés seguirá perteneciendo a la Colegiata, como don Miguel Domínguez, pero don Rosendo tiene la intención de jubilarse a final de mes». El que será investido como nuevo canónigo esta misma tarde será Juan Antonio Agud, quien era párroco del Carmen hasta la fecha. Por otra parte, Canet ha recordado que puede llegar a tener hasta diez canónigos, y ha manifestado la intención de que todos los párrocos de Xàtiva se adhieran a la Seo. «Así, de alguna manera, estarían vinculados a la Iglesia madre de esta ciudad». No obstante, ha lamentado que la situación del clero en la actualidad es «muy complicada». «Cuando yo me ordené, en Valencia en el año 1973 éramos 1.300 capellanes. Ahora, en uso pastoral, no llegamos a los 300. Quizás se deba a que este es un camino con muchas alegrías, pero también con muchas renuncias», explica.

Para empatizar con la comunidad religiosa, el nuevo abad de Xàtiva reconoce que le puede ser útil su pasado como director pedagógico de colegio. «Esa experiencia me hizo más humano. Los capellanes a veces vamos un poco por encima del resto, y ver el sufrimiento de los niños y sus familias me llegó al corazón». La parroquia, asociada al colegio, llegó a realizar en uno de esos años un total de 260 confirmaciones, mientras que en el último año en Xàtiva apenas se han confirmado 14 personas. Canet tiene claro qué hacer para cambiar la dinámica. «No hay otro camino que mirar a las personas. Quizás haya que hacer actos multitudinarios, pero en ellos se tiene que mirar a la cara». Humanizar una fe, que el propio abad compara con una hoguera. « Ha tenido una época con grandes llamas, y ahora apenas quedan las cenizas. Hay que soplar para avivar ese fuego, y lanzar leña para recuperarla». Y de la humanidad también depende la situación de los refugiados de guerra, que tiene en jaque a Europa y a la Iglesia en la actualidad. «Sería bonito que cada parroquia de Xàtiva acogiera una familia de refugiados», opina Canet, aunque reconoce dificultades, ya que «esas personas tienen otra religión».

Valoración de su antecesor

Canet sustituye a Arturo Climent, abad de Xàtiva durante los últimos veinte años, y al que define como a «un gran sacerdote entregado a los enfermos y a la celebración». Pese a ello, reconoce algunas «piedras» en su camino como el cierre de la guardería, que califica de decisión «valiente», y su relación con algún colectivo con el que ha tenido problemas, como es el de los falleros.

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