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Biblioteca de familias

Los torregrosa, de las tartanas al garaje españa

Vicente Torregrosa Martí, uno de los propietarios de Carburantes Setabenses S.L, empresa expendedora de gasolina situada a la entrada de Xàtiva, y su nieto Juan Carlos, nos abren su casa para compartir recuerdos, genealogía e investigaciones propias, con el objetivo de reconstruir la historia de un emprendedor llamado José Torregrosa García, padre y bisabuelo respectivo de los anteriores, quien tuvo la genial idea de transformar una tartana en el primer autobús de Xàtiva, el día en que vio a María Marín —la viuda de Selgas—, montada en un Ford T, popularmente conocido como el «tomasín».

Se considera a los Torregrosa como los fundadores de un negocio de alquiler de tartanas y carruajes al inicio de la calle Moncada. En concreto, con ayuda del trabajo de investigación genealógica de Juan Carlos, le atribuimos sus inicios a Vicente Torregrosa Mingot y a su esposa Josefa Antonia García Muñoz. Se especializaron en tartanas que realizaban servicios de taxi para la estación de Xàtiva. La pareja tuvo cinco hijos, de los que nos interesa comentar la vida del benjamín, José Torregrosa García, quien transformara la antigua parada de carruajes en un moderno Garaje de autos, a semejanza de la que los Selgas habían abierto en la calle de la Alameda.

La repentina muerte de Vicente, hizo que el negocio de la calle Moncada fuera bautizado bajo el nombre de la viuda de Torregrosa. En la feria de 1924, la prensa liberal lo consideraba como un negocio puntero porque aumentaba las prestaciones de sus doce caballos con el primer autobús de Xàtiva, que hacía precios especiales a los que quisiesen subir a Bixquert por Pascua. Debió ser todo un acontecimiento. Así, sin renunciar a los tradicionales carruajes y tartanas, iba introduciendo vehículos a motor, que permitiesen trasladar personas y mercancías por todos los rincones de Xàtiva, y pueblos limítrofes. Además, repartía cartas y paquetes con el beneplácito de todos los jefes de la Estafeta de Correos de Xàtiva.

Nos cuenta Vicente Torregrosa Martí que enseguida quiso su padre, José, saltar de pilotar tartanas a autos. Y pronto fue tentado para convertirse en conductor de coches. María Marín le ofreció la posibilidad de trabajar para ella como su chófer personal. En el imaginario colectivo de la ciudad, se recuerda a la viuda de Selgas, siempre comprando por las tiendas de Xàtiva, sin bajar de su auto. José rechazó la propuesta realizada. Él tenía en mente modernizar su propio negocio. Así que le propuso a la multimillonaria, un amigo íntimo, Ximo, que enseguida aceptó la propuesta, para convertirse en el conductor de la casa de Selgas, de cuya interesante historia ya hablaremos en otra ocasión.

La modernización del negocio comenzó en el momento en que se le ocurrió cruzar la fuerza de un motor Ford con la capacidad de una tartana. Para ello, acudió con su inseparable Ximo a la ciudad de Alcoi, lugar donde se situaban los mejores talleres industriales, para que le adaptasen una carrocería de coche y un motor a una tartana para así generar una especie de autobús con capacidad para 12 personas. Nos enseña don Vicente la foto, del que tal vez fuese el embrión de aquel primer autobús, tras las convenientes modificaciones realizadas en Alcoi sobre un «Tomasín», quizás comprado a la Agencia Ford, de Ezequiel Selgas. Con él, los motores de sangre tenían los días contados como vehículos de transporte y de trabajo. Tuvo tal éxito que pronto vendió el antiguo negocio de las tartanas situado en la calle Moncada a Gaspar Fayos. Con el capital ganado en la venta de las tartanas y caballos, alquiló unas cuadras pertenecientes a Pepe Hernández, situadas en la Bajada de la Estación, y montó el Garaje España, situado bien cerca de la estación. Allí ubicó 26 cabinas para guarecer carruajes, autos y autobuses, y prestar servicio como taller de reparaciones mecánicas y eléctricas, lavado, arreglo de neumáticos, e importación en exclusiva de la marca Miller, con especial atención al recambio de ruedas de gran tamaño, adaptadas a las necesidades de camiones y autobuses. Y con apenas treinta años, le disputó José el mercado de la automoción en Xàtiva a los Selgas, que situaban su Garaje en la Alameda y tenían, al igual que los Torregrosa, una concesión para la venta de gasolina, siendo ambos los únicos con derecho a poseer surtidores.

No fueron los únicos, ya que a los largo de los años veinte y treinta, la incapacidad del mercado español para producir modelos propios, llevó a la importación de todo tipo de marcas, así los Villena, Jordá o Argüello, entre otros, fueron abriendo concesionarios de marcas extranjeras, mientras los Torregrosa evolucionaban para cerrar el Garaje, y abrir una estación de servicio frente a la plaza de toros, que les convierte hoy en la familia con mayor tradición y arraigo en el negocio de la automoción, y cuya historia seguiremos contando con ayuda de los recuerdos del señor Vicente, y el trabajo genealógico de su nieto Juan Carlos, para entender que los negocios de familia sí que pueden perpetuarse durante generaciones, y sólo sobreviven a los ciclos de crisis aquellos que saben adaptarse con intuición a las nuevas coyunturas, como aquel José Torregrosa García, definido por la prensa de la época como «un alma inquieta y emprendedora», a la que se le auguraba gran éxito. Y la verdad es que lo tuvo.

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