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Valoraciones

Ypuntual como el té inglés, el batle ontinyentí, Jorge Rodríguez, nos dio su visión en titulares de lo que él denominó «el cumplimiento del programa en los 100 días del Nou Govern d'Ontinyent». Empezó por poner en sobre aviso al personal. Así, tras quitarle mecha a la carcasa, dijo que se trataba de un balance «sin triunfalismos y con humildad». La sentencia, sin embargo, aludía a que el balance «no podía ser mas positivo». La guarnición para sustentar el buen sabor del plato que acababa de servir la aderezó con estos condimentos: gestiones para desbloquear proyectos que estaban paralizados por el anterior gobierno autonómico, las líneas de ayudas a la rehabilitación de viviendas, la licitación de proyectos como la rotonda del Pont de Sant Vicent, la Infopolicia del barrio de Sant Rafel, una programación cultural subrayada por más de 30 actividades (la cantidad parece primar sobre la calidad) o, lo que a todas luces se presenta como lo más reseñable de esta área, la recuperación de una programación teatral estable, sin olvidar los primeros contactos para el diseño del Pla Estratègic de Ciutat.

Casi al unísono la única voz opositora que ejerce como tal en el ayuntamiento ontinyentí, Joan Gilabert, portavoz municipal de Compromís, le ponía los puntos a las íes a esos 100 días, que levantando el punto de mira territorial denominó como «per a l'esperança: la nova política al País Valencià». No obstante también se pronunció sobre las distancias más cortas, caso de la Mancomunitat, donde sintonizó con una preocupación generalizada, toda vez que esta es la hora en la que, tras la traca inicial que alumbró los nombres de Vicent Gomar, como presidente, y de Rebeca Torró, como vicepresidenta, parece que un sepulcral silencio se cierne sobre el organismo comarcal. Gilabert deplora con razón que aún «no se haya constituido la junta de gobierno», amén de la designación de los consellers responsables de cada área de gestión, máxime cuando temas de urgencia como los residuos comarcales y algunos servicios, están pendientes de acometerse. El de Compromís también le mete el bisturí a la mayoría absoluta representada por el gobierno de J. Rodríguez, cuestionando el porqué las políticas conjuntas de Compromís y PSOE en muchos ámbitos valencianos, en asuntos como desactivar la fiesta con animales o la participación institucional en actos religiosos, en Ontinyent el gobierno socialista se resiste a aplicarlas.

Buenos presagios

Esta edición informaba de «Un soborno de tres millones a cambio del vertedero en Llanera» y de que una juez de Xàtiva haya tomado cartas en un asunto que desde la Vall siempre olió mal, máxime cuando cada paso que daban los responsables del COR la bola de irregularidades, imposiciones o desficacis iba en aumento. Otra información, publicada este viernes también aquí, donde la consellera de Medio Ambiente, Elena Cebrián, «entierra la planta de Llanera», viene a restituir la racionalidad y la necesaria transparencia, tan oscura durante los gobiernos del PP. Dado el talante dialogante que se le presume, seguro que el atzucac en el que los gobernantes del PP metieron al Pla de Minimització de residuos valldalbaidí, más pronto que tarde la consellera debe atender y resolver una demanda mayoritaria en la Vall, tras 14 años de vía crucis.

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