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Matisos discordants

Xàtiva sigue destruyendo su patrimonio

l reciente derribo de la casa palacio de los Morales, del siglo XVIII, en la calle Engai, en pleno conjunto histórico-artístico de la ciudad de Xàtiva, es otro episodio lamentable en el contexto de la conservación, vigilancia y protección del valioso legado dejado por las distintas generaciones que hicieron grande esta ciudad a lo largo de los siglos. Y más, si como parece —y digo parece porque hasta la fecha, tan sólo la concejala de Urbanismo y Prestaciones Sanitarias, Cristina Sunyer, se ha pronunciado públicamente al respecto, con unas declaraciones valientes— han podido existir actuaciones ilegales y sancionables, y además una clara falta de supervisión, inspección y vigilancia en torno a distintas autorizaciones municipales concedidas o no en este y otros casos.

Para los que confiamos y esperamos un nuevo tiempo en la ciudad, que vuelva sus ojos después de tantos años de desidia y olvido hacía el corazón histórico de Xàtiva, supone cierta decepción observar que, desgraciadamente, se avanza muy lentamente en este ámbito y la inercia de tiempos pasados sigue repitiéndose en muchos ámbitos con respecto a las actuaciones en el centro histórico. Hay voluntad de cambiar, y eso es positivo, pero hay que intentar hacerlo más rápida y efectivamente o se producirán más pérdidas irreparables.

Decepciona también el escaso interés de la mayoría de medios de comunicación locales, que no se han hecho eco de estos sucesos, y también que en el pleno municipal, pocos días después del flagrante derribo, no se tratara una moción conjunta de todos los grupos de condena de este tipo de actuaciones que atentan contra un valioso patrimonio protegido por ley mediante una declaración de conjunto histórico-artístico que se queda en papel mojado por la ausencia, más de veinte años ya, del preceptivo Plan Especial.

Para la reflexión quedan tanto las palabras de Mariano González en estas mismas páginas alertando sobre otras casas palacio emblemáticas con peligro por su deterioro (Llaudes en Corretgeria, Sanç en Montcada o la Posada del Pescado en Mercat), como el análisis de la situación, causas y posibles soluciones al gran número de casas abandonadas en el casco antiguo. En la mayoría de casos, salvo excepciones dignas de reconocimiento, los propietarios con posibilidades económicas piensan más en la destrucción que en la conservación y restauración, y sin embargo, muchos otros propietarios que posiblemente restaurarían unas casas que les han llegado por herencia, con múltiples gastos y obligaciones, no tienen capacidad económica para ello, y más en este periodo de brutal crisis que nos asola.

Hay ciudades, cuyos centros históricos estaban hace años en una situación similar o incluso peor que la de Xàtiva y aplicaron políticas decididas para sacar del letargo y la degradación a los inmuebles históricos. No fue fácil, pero contaron con dos factores clave en el proceso; apoyo incondicional de todos los grupos políticos en un pacto de ciudad más allá de la miope visión y cortedad de los cuatro años de legislatura política; y concienciación ciudadana, vertebrada a través de la participación de asociaciones y entidades, sabiendo leer que el futuro de sus ciudades y familias pasaba por un centro histórico rehabilitado, dinámico, amable y generador de riqueza económica, comercial, turística y de empleo. Acábese ya con miedos y reparos a limitar y sancionar, con la ley en la mano, actitudes egoístas y especuladoras, reforzadas por la inacción, tan comunes en el centro histórico de Xàtiva desde hace tiempo, por parte de una minoría acomodada de privilegiados que en nada benefician al conjunto de la sociedad.

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