n tarde apacible y calurosa, los asistentes al partido de La Murta se las prometían muy felices ante el despliegue físico del Olímpic, que maniataba a los catalanes del Cornellà presionando en todo el campo y peleando con gran generosidad por la posesión del balón nada más comenzado el encuentro. Una primera parte con escasísimas oportunidades de gol. El Olímpic, a base de gran desgaste físico, no se veía inferior al equipo catalán que intentaba imponer un juego basado en una superior técnica, aunque sin lograrlo.
Pero llegó la segunda parte y el motor del Olímpic comenzó a perder aceite hasta que en el minuto 55 se gripó, se concedió un gol y su funcionamiento se mostró renqueante, empezaba a llegarse tarde a la disputa del balón, las imprecisiones aparecieron por todas partes y llegó el penalti que significó el 0-2, luego otro gol de adorno, 0-3 y se acabó.
El Olímpic, que carece de un patrón de juego acorde a las características de los futbolistas que tiene, y con un entrenador que no está preparado para dirigir el equipo en Segunda División B, dejó en entredicho sus declaraciones vertidas a los medios en las que aseguraba, después de vencer al colista, lo bien que está haciendo las cosas
El señor Fernández Romo quizá ignore que su equipo en tarde calurosa y con jugadores básicos ocupando la columna vertebral del equipo, cargados de años y físicamente ya en el declive de su carrera, quizá no haya reparado en que el ritmo que impuso el equipo en sus comienzos no es posible mantenerlo durante los 90 minutos y así llegó la hecatombe en cuanto las fuerzas comenzaron a flaquear y los de enfrente a encontrar facilidades para mover el balón creando peligros.
Nuestro equipo retorna al pasado reciente y la situación se muestra de nuevo grave. Personalmente, dudamos que el entrenador y su amplísimo cuerpo técnico sepan enderezar las cosas y consigan sacar el equipo del pozo en el que de nuevo se ha metido. Habrá que ganar otra vez el próximo domingo como visitante en la Pobla de Mafumet un equipo asequible pese a su último acierto, porque de no ser así las cosas se teñirán de negro.
