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Matisos discordants

Aquello que las urnas no pueden cambiar

ijándonos en el discurso institucional del Alcalde de Xàtiva, pronunciado durante la celebración en la ciudad del 9 d'Octubre —qué valor tiene, para el análisis, la preparación y estructura de un mensaje serio y no las «chirigotas» sufridas durante tantos años—, destaca la idea lanzada en torno a recuperar el prestigio de una ciudad que es consciente de su historia, que sabe de donde viene y que debe volver a tener el peso y la importancia que merecen sus habitantes. Y apuntaba además la primera autoridad de la ciudad la idea de un relanzamiento entre todos, basado en as premisas del consenso social, el trabajo conjunto, la solidaridad y la concordia.

En este punto es donde comienza la reflexión sobre hasta dónde el cambio de gobierno municipal es capaz de provocar, por sí mismo, este relanzamiento, con el actual margen de actuación del alcalde y los concejales, o si esta recuperación será bastante difícil o acaso imposible, sin la plena implicación activa de la mayoría de ciudadanos en un gran cambio de actitud cívica.

Sólo hay que darse una discreta vuelta por las plazas y calles de la ciudad para comprobar que se han instalado y consolidado, desde hace años, actitudes incívicas, egoístas, de apropiación de un espacio y unos derechos comunes que pertenecen a toda la ciudadanía, olvidando muchas veces que la libertad individual finaliza donde llega la del otro. Y cuando algún ciudadano, a veces con educación, trata de reivindicar el derecho de uso público, suele recibir hasta agresivos reproches. Y lo peor es que la situación continúa agravándose por una especie de efecto llamada y al final parece que todo vale, quedando como tonto el que no se aprovecha.

No debemos tolerar como sociedad avanzada, culta y democrática el ser amedrentados en nuestros derechos por aquellos que usan en provecho propio lo que todos contribuimos en mantener o mejorar, tras una dejación de años, por quien tiene la función de controlar y sancionar, y sin embargo ha tolerado, en función de intereses particulares, acciones que las normas que nos hemos dado no permiten. No se puede abusar de los espacios públicos con fines particulares produciendo perjuicios o molestias a la mayoría de potenciales usuarios, ya sea, por ejemplo, para aparcar donde no está permitido o para circular allí donde está prohibido, en perjuicio de todos que en muchos momentos somos peatones. No es de recibo tampoco aprovecharse, desde posiciones de privilegio, de la necesidad de los más vulnerables en aras a un beneficio mercantil, como único objetivo, tal vez lícito, pero poco ético. Ensuciar, agredir, destruir o apropiarse del patrimonio público es una actitud ya demasiado habitual a la que hay que poner freno, concienciando, y entre todos.

La riqueza de la historia de Xàtiva nos enseña en muchos de sus episodios, algunos gloriosos y otros tristemente trágicos, que hacer grande una ciudad pasa por un esfuerzo colectivo, fomentado desde las instituciones pero reafirmado y con el convencimiento firme y decidido de todos los ciudadanos, cuya colaboración conjunta es necesaria para sumar y alcanzar grandes metas comunes a las que individualmente no se llega. Siglos de convivencia y cultura han dejado en la ciudad un atractivo legado, muy apreciado, reconocido y valorado además por la gente que la visita, y que los setabense tienen la obligación de cuidar, mantener y respetar, en una tarea común, porque de perderse, se corre un grave riesgo, del que ya se ven indicios, de falta de identidad, empobrecimiento y vulgaridad, y con ello una peligrosa reducción de las oportunidades de futuro.

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