Que el conseller de Economía, Rafael Climent, ya empiece a ser una cara conocida por sus visitas de trabajo por estos lares —la última, hace una semana— resulta alentador. Fue una jornada diversa la del anterior lunes en la que no faltó la visita a las empresas Ontinet y Mantas Mora, lo que es un buen síntoma. Resultados al margen, al ser ese asunto más peliagudo. Con todo, que estas comarcas empiecen a ser prioritarias en su agenda de gestión para el empresariado de aquí resulta un aliciente gratificante, inédito durante décadas y esperanzador, de cara a sumar sinergias con la administración autonómica. De paso el batle ontinyentí, que bien sabe que el éxito de sus políticas estriba en sumar, aprovechaba la visita del conseller en su calidad de representante de Compromís, para trasladarle la predisposición de diálogo del PSPV en el proyecto de apoyar el rescate del Consorcio de las Comarcas Centrales. Pero considerándolo compatible a no renunciar a su alianza de capitales, tal como informaba este diario. Y es que ambos interlocutores se perfilan claves en el proceso de reactivación del consorcio. El objetivo está puesto en atraer subvenciones de Bruselas a las CCV «que permitan inyectar oxígeno en los sectores productivos comarcales, en horas bajas». Por otro lado, la actitud del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, que acoge con buenos ojos el proyecto, dista muchísimo de la de hace casi dos décadas con Eduardo Zaplana, cuando se constituyó el Consorci de les CCV en un acto que presidió el entonces conseller y ahora imputado José L. Olivas, cuya presidencia recayó en otro personaje hoy bajo sospecha, Alfonso Rus, quien no dio un palo al agua desde el primer día de su elección hasta la defunción del organismo. Por eso que se anuncie, para el día 20, la constitución del Consell Econòmic i Social en Ontinyent con la presencia, nada menos, que de los rectores de las universidades, representantes sindicales y empresariales y el presidente del Consell es una nueva que indica que esto va en serio. Las manifestaciones de Climent, en el sentido de hacer funcionar el reto de las CCV de forma inmediata y como herramienta que «tire hacía delante proyectos que reactiven la economía de las comarcas» evidencia una predisposición firme.

Otra pica universitaria. El anuncio que hacía Rodríguez de una cuarta titulación universitaria en Ontinyent en el transcurso de la inauguración del actual curso (Enfermería, para el año 2018) va a significar otra pica en la escalada. Pero el rector, Esteban Morcillo, mostró una faz más prudente al abogar por «no aventurar fechas y apostar por la oferta de postgrados y cátedras a corto y medio plazo», lo que también suma de cara a ir construyendo esa esperanzadora ciudad universitaria del interior valenciano.

Un puente. Importante, por lo que implica la propuesta, la que le hacía el batle ontinyentí al portavoz municipal de Compromís, Joan Gilabert, en el sentido de crear, entre ambas formaciones, una comisión para controlar las inversiones de la Generalitat. Es una decisión atrevida, pues aunque en la ciudad hay unanimidad en reconocer los agravios y discriminación que, desde hace décadas, la ciudad ha venido sufriendo por parte de la administración autonómica, también es cierto que sorprende y maravilla como, pese a estar secas las arcas de la Generalitat, los mandatarios ontinyentins no piensan cesar en el empeño de reivindicar la deuda histórica, sacando agua del desierto económico.