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Cantautorentre amigos

Ismael Serrano aterrizo el pasado viernes en el teatro Echegaray con un formato "desenchufado" o acústico, con la sencillez por bandera y arropado por un discreto decorado evocador de un arbolado navideño y unas luces de subrayado fino. Con esa escenografía se presentó el madrileño en su primer encuentro con el público de Ontinyent, que demostró que lo ansiaba ya que llenó el recinto. El artista ofreció lo mejor de sí, pero acentuando su más reciente repertorio. Es lo que tiene cuando acudes por primera vez a un lugar, que 18 años de carrera y más de unas docena de discos publicados, amén de colaboraciones artísticas, no caben en un concierto, por más que se seas generoso, como fue el caso, alargando más de dos horas su presencia sobre el escenario.

Con todo este cantautor, que cuando nació el dictador Franco estaba a poco más de un año de estirar la pata, no tiene nada que ver con los Raimon, Llach o Aute. Recién llegado de América, en un ir y venir, sentado en una banqueta, con camisa vaquera y zapatillas para salir corriendo, si se terciaba, fue desnudando una a una sus canciones, con largos monólogos introductorios. Eran canciones vestidas de fina y transparente seda, toda vez que las dos guitarras acústicas con las que fue cubriendo de acordes las letras de sus canciones, eran como un soplo al oído. La puesta en escena era más propia para un pub: dirigido a cincuenta amigos y afines. Sin embargo el lugar sobrepasaban las 500 personas. Todo sonaba sin estridencias, diríase que el repertorio del cantautor transcurría por un hilo minimalista.

París de ayer y de hoy. Los comentarios y las letras poéticas versaban sobre la vida, las gentes, las políticas, pero todo su cancionero, diríase, que estaba sujeto y gravitaba en torno a esa canción que lo lanzó en 1997, y que sigue alimentando su estela, Papá, cuéntame otra vez, en la que los nombres de actualidad, como París y Siria, parecían sacados de los periódicos del día: una canción que, interpretada en la recta final de la velada, sirvió a modo de guiño a mucho del público asistente, que se identificó con ella.

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